domingo, 26 de diciembre de 2010

'BIUTIFUL'. Hipérbole de la desolación


CRÍTICA DE CINE

'BIUTIFUL' (Alejandro González Iñárritu, México/España, 2010)

Resultaba del todo lógica la expectación levantada ante el nuevo proyecto de Alejandro González Iñárritu una vez roto el binomio sociolaboral que formaba con Guillermo Arriaga. Tras el solvente aunque poco rompedor debut de la mitad del tándem (‘Lejos de la tierra quemada’), quedaba la incógnita por conocer qué rumbo tomaría el director de ‘Babel’ o ‘Amores perros’ ya sin la pericia al guión de su ex compañero. Un secreto ya al descubierto mediante esta hipérbole del fracaso y la desolación que es ‘Biutiful’, un vertiginoso descenso a los infiernos que no admite resquicios de esperanza, una máquina de triturar estados de ánimo positivos que se regodea y revuelca en el lodo de la miseria.

Puestos a comparar con lo ya digerido, la película supone una ruptura del esquema tradicional del cineasta mexicano. González Iñárritu se olvida de las historias cruzadas. Rompe el puzzle tridimensional típico de su filmografía anterior y dirige la artillería hacia un único objetivo. Es tan recta y firme su apuesta, la del preciso aunque cargante retrato de un perdedor por antonomasia que, sorpresa, deja en un segundo plano a todo aquello que le rodea. Los caminos secundarios de ‘Biutiful’ quedan así desdibujados y acartonados (la conexión china o las raíces familiares del protagonista) ante el obsesivo proceso de destrucción al que es sometido el personaje interpretado por Javier Bardem. Héroe del averno de intachable dignidad, el actor se apodera de principio a fin de la cámara. La embruja de tal forma que da la sensación de que la película, sin su presencia u otra diferente, sería valorada de diferente forma, tirando al aprobado raspado. Bardem da brillo, si puede ser así, a un personaje que probablemente sea junto al Santa de ‘Los lunes al sol’ su mejor creación.

Aunque tanta zancadilla moral, ética, física y espiritual se amontone, haga fuerza y abrume en exceso, ‘Biutiful’ deja constancia de que hay Iñárritu para rato tras su separación de Arriaga, que le queda fuelle, mantiene la capacidad de crear imágenes poderosas y sigue con cosas interesantes que contar. Además, reitera su saber hacer para retratar la cara oscura de lugares de imagen exterior intachable. Ya lo hizo con Tokio y en esta ocasión le toca a una Barcelona más demacrada y peligrosa que nunca.

3 comentarios:

Francisco Casoledo dijo...

Prosa punzante para acabar el año, muy buena crítica, como siempre. Que el 2011 sea generoso contigo. Saludos.

Unknown dijo...

¿No se puede considerar a los Tres entierros de Melquiades Estrada la confirmación de la ruptura matrimonial?

Nunca han terminado de convencerme estos tipos, aunque bien es cierto que debo darle una oportunidad a Babel y, a lo mejor, a esta Biutiful. La profundidad de los sentimientos que retratan, el mismo ritmo sosegado que siguen sus películas, terminan por hacerme desconectar de la trama. Es como si no fuera capaz de empatizar con sus protagonistas, algo que parece fundamental en este tipo de cine.

Lo de Bardem... estoy de acuerdo en que sabe escoger papeles interesantes y es un monstruo delante de la cámara, lo que no quiere decir que las películas en las que participa lo sean. Hace tiempo que no consigo reunir fuerzas para ver una suya, ya esté dirigido por Woody, Iñarritu o el que quiera que dirigiese Cien Años de soledad.

Anónimo dijo...

¡Hola Fran! Gracias :) Te debo un largo mail que llegará cuanto antes, palabra.

Javi, Arriaga le ponía los cuernos a Iñárritu de vez en cuando. Lo de 'Lejos de la tierra quemada' sería algo así como su primera pareja tras la ruptura. Es cierto, sus historias y cómo las montan son bastante frías y distantes. El ritmo sosegado hace que tengan un metraje excesivo. A 'Biutiful' también le pasa. De todas formas, es un placer volver a ver a Bardem y a Eduard Fernández juntos tras 'Los lobos de Washington' e Iñárritu lo ha conseguido.