sábado, 25 de febrero de 2012

UL. LIBROWSZCZYZNA



Madrid me empequeñecía entre su inmensidad, pero no me daba miedo. Ahora las calles tienen otros nombres. La mayoría no sé leerlos. Vivo en un lugar impronunciable. Y si lo intento me equivoco. Aquí no soy pequeño, pero me da miedo, demasiado.

jueves, 16 de febrero de 2012

'KATMANDÚ'. Mal de altura


CRÍTICA DE CINE

'Katmandú, un espejo en el cielo'
(Iciar Bollain. España, 2012)

El cine social que acampó y proliferó en España a principios de siglo amenaza con repliegue. Los últimos trabajos de dos de los ilustres de este movimiento, Fernando León de Aranoa e Iciar Bollain, acusan síntomas de agotamiento debido a su progresiva estandarización y previsibilidad. En el caso de la cineasta madrileña es notorio el adelgazamiento que ha ido experimentando su carrera desde ‘Te doy mis ojos’ (2003). ‘Katmandú’ reproduce y aumenta los síntomas ya vistos en su anterior trabajo, ‘También la lluvia’ (2010), con la que comparte alejamiento geográfico y distanciamiento emocional. Acusa su nueva producción desde la cumbre un mal de altura irreversible: la falta de garra y tensión dramática del guión. La ausencia de un conflicto que estimule más allá de lo que arde por dentro de la protagonista, una maestra catalana interpretada esforzadamente por Verónica Echegui, termina por congelar el conjunto.

El diagnóstico es irreversible desde el arranque. ‘Katmandú’ construye una armazón a base de lugares comunes en este tipo de cine de denuncia social y le añade tropezones impropios de una cineasta tan experimentada como los irrelevantes ‘flashbacks’ sobre el pasado de la profesora. La cámara insiste en retratar la miseria interior y la belleza paisajística del país en cuestión, las dos caras, la documental y la postal, de Nepal. Por pantalla van desfilando una colección de temas peliagudos, desde el sistema de castas hasta la explotación infantil, en los que realmente apenas se profundiza. Bollain los desliza y prefiere centrarse en la capacidad de superación de la protagonista, que no desiste en su empeño de levantar una escuela pese a los problemas que se le plantean, ya sean burocráticos, económicos, pedagógicos –ahí hubiera resultado de interés una profundización- y culturales. El riesgo se desvanece por lo unidireccional del planteamiento. No existen respuestas cuando no se lanzan preguntas. ‘Katmandú’ afirma y golpea fuerte en la mesa, aunque el choque no dejará resonancias. Las (buenas) intenciones resultan insuficientes cuando no se acompañan de un envoltorio capacitado para sugerir y no únicamente mostrar.