lunes, 5 de enero de 2009

Nancho Novo: "Soy un 'outsider', pero no porque quiera"

ENTREVISTA

Nancho Novo (A Coruña, 1958) está de estreno. No por el medio siglo que cumplió recientemente, sino porque va a poner en escena por primera vez ‘Un crimen en el cielo’, un texto que escribió en 1993. Lo hará en la Sala Margarita Xirgu de Alcalá de Henares el próximo 6 de enero. En esta ocasión, el protagonismo recaerá en el otro Nancho Novo. A un lado el actor para dejar paso al creador. No hay disciplina que se le resista a este gallego que iba para médico y acabó en los escenarios. Ha tocado todos los palos, la literatura, la música, el teatro y el cine. Sobre las tablas y entre bambalinas, delante y detrás de las cámaras.

Desde el pasado mes de octubre, Nancho Novo imparte un taller de teatro en Alcalá a una veintena de alumnos, la mayor parte sin experiencia. El trabajo de estos meses se pondrá a prueba en el estreno de ‘Un crimen en el cielo’, bajo su dirección y tutela. A pie de escenario, hace balance de este proyecto y recuerda una trayectoria con hitos como las películas rodadas con Julio Medem (‘La ardilla roja’, ‘Tierra’, ‘Los amantes del círculo polar’) y Pedro Almodóvar (‘La flor de mi secreto’).

De actor a profesor y director, ¿valió la pena?
Ha sido una experiencia muy enriquecedora, no sólo para los alumnos, para mí también. Está muy bien descubrir gente que no tiene ni idea y que tiene pánico a actuar y, de repente, verles con una ilusión tremenda, con una entrega total... Mi objetivo no era que aprendieran a interpretar, sino que aprendieran a amar el teatro y a valorar lo difícil que es este trabajo.

Decía Unamuno que la mejor forma de aprender es enseñar.
En este caso, me ha enriquecido conocer a esta gente y poner en marcha una experiencia que en principio era una locura. Parecía imposible llegar al lugar en el que estamos. Que he aprendido cosas, seguro. Cuáles, no lo sé.

La mayoría de los alumnos no contaban con experiencia en las artes escénicas. ¿Recuerda su primera vez en el teatro?
Algunos alumnos sí habían hecho algún pinito en el teatro aficionado. Los más jóvenes tienen inquietudes, van a escuelas... Luego hay mucha gente que no había actuado y no tenía ni idea de qué era esto. Recuerdo la primera vez que me subí a un escenario cada vez que estreno una obra de teatro. Los nervios que pasaba al principio no son los mismos que ahora, ahora paso más. Cuando hablaba con ellos al principio les decía: “Lo que más voy a envidiar de vosotros el día del estreno es esa sensación de nervios, de quereros morir”. Eso es lo que voy a envidiar, es lo más bonito. Esa sensación de miedo es maravillosa.

¿Qué consejo se puede dar a un debutante?
Llevo tres meses dándoles consejos. He intentado no hacer sólo una obra de teatro, sino hacer una pedagogía con ellos, explicarles el porqué de todo lo que hacemos. Intentar que, por lo menos, tengan unas nociones en función de lo que he querido conseguir de cada uno de sus personajes. El último consejo que les daré será que disfruten, que salgan, se relajen y estén muy concentrados.

En alguna ocasión ha afirmado que el teatro no se enseña.
Nadie te puede enseñar a interpretar. Yo te puedo dar claves a las que tú puedes agarrarte para trabajar. Lo que sí puedo es inculcarte el afán de aprender. Las cosas las aprende uno por sí mismo. Ricardo Darín no puede enseñarte cómo interpreta, por mil veces que le veas y por mil veces que te lo explique. Si es buen pedagogo sí podrá darte unas pautas que a él le han ayudado y le han servido para que tú tengas elementos con los cuáles investigar. La interpretación es una cosa que tiene que encontrar uno dentro de sí mismo. No hay un único tipo de aprendizaje válido. El que le vale a uno es el bueno. No me puedo romper la cabeza explicando qué es un estado de ánimo porque cada uno tiene un mecanismo. A lo mejor te hablo de los muertos en Gaza y no consigo nada y sin embargo te pongo una música, un blues de repente, y te pones a llorar como una magdalena.

Si tuviera un vídeo y les pudiera poner a sus alumnos una de sus obras de teatro, ¿cuál elegiría?
Tal vez les pondría ‘Trainspotting’ o ‘Nosferatu’.

¿Y una película de cine?
‘Pudor’.

Escribió ‘Un crimen en el cielo’ en 1993. ¿Por qué ha tardado tanto en estrenarla?
Tengo la faceta artística muy desarrollada, pero la de productor está atrofiada. Es una rémora. De hecho, ahora no estreno esta obra en un gran teatro, sino con un grupo de actores aficionados. Cuando la hice, se estrenó también con aficionados, técnicos, en el Teatro Albéniz. También se representó un 6 de enero, interpretaban los técnicos y los actores hacíamos papeles pequeñitos. Era un ritual que se hacía antiguamente en el Albéniz y se dejó de hacer desde que no está Teresa Vico. Tras esa experiencia, la obra se quedó en un cajón. Tal y como está ahora tiene 23 personajes. ¿Quién produce una obra así? Actualmente se tiende a hacer obras de uno, dos, tres actores, cuatro a lo sumo.

Defina, si se puede, la obra.
Es un juguete cómico para toda la familia.

Sus textos rebosan escepticismo. ¿Un reflejo de cómo ve la vida?
Soy un ‘guarromántico’. Soy un romántico, creyente en muchas cosas, pero muy escéptico por otro lado. No creo en nada pero sospecho de todo. Me dejo llevar por las cosas. Comunicar emoción es fundamental. Soy más visceral que racional, mucho más. Me gusta mucho escribir con humor, pero uso el humor como aderezo para que se puedan digerir cosas amargas.

¿Qué tipo de teatro le interesa de lo que se hace en la actualidad?
Me interesan los trabajos de Animalario. Hay grandes obras ahora mismo, por ejemplo las de Yasmina Reza, muy bien escritas y construidas, que funcionan como un tiro, pero que para mí son frías. Me llenan menos que lo que hace Animalario. Me gusta mucho Valle-Inclán, pero no me gusta cómo se ponen en escena sus textos. Una excepción es la última adaptación de ‘Los cuernos de don Friolera’, de Ángel Facio, que es un tipo que entiende muy bien a Valle-Inclán. Pero hasta esta obra, cada vez que voy a ver algo de Valle-Inclán me pongo de los nervios, porque pienso que lo desvirtúan completamente.

¿Por qué dice que a los que menos interesa el teatro es a aquellos que se dedican a ello?
A veces lo parece. Los que estamos en el teatro nos miramos mucho el ombligo, nos interesa mucho lo que hacemos nosotros pero no lo que hacen los demás. El funcionamiento del teatro oficial está pervertido. Que en el Teatro Español, en el Centro Dramático Nacional y en el resto de los centros oficiales se limiten a hacer funciones a fondo perdido, malgastando dinero al hacer grandes montajes, es un error. Ese dinero se debería utilizar en apoyar a grupos más independientes y distribuirlo un poco más. Con el dinero que se gasta en un montaje del María Guerrero se podría dar vidilla a siete u ocho espectáculos independientes y podríamos hacer algo más que montar Ibsen, García Lorca o Shakespeare. Ya estamos hartos de ver ‘Hamlet’, ‘La casa de muñecas’ o ‘La casa de Bernarda Alba’.

Le persigue la leyenda de ‘outsider’. ¿Está cómodo con esa etiqueta o ya cansa?
La etiqueta de ‘outsider’ no me la he puesto yo, me la han puesto los que no me dejan entrar en los círculos privados exclusivos. Si me dejasen, intentaría hacerlo a mí manera. Sí, soy un ‘outsider’, pero porque me han puesto ahí, no porque yo quiera.

Su último espectáculo es el monólogo ‘Sobre Flores y Cerdos’, con el que sigue de gira. Una obra propicia para engordar el anecdotario.
Ya van tres años. Cuando estrenamos en el Alfil coincidió con la fase final de la Eurocopa y los éxitos de España y me tuve que comer en mis carnes los tres últimos partidos contra Italia, Rusia y la final contra Alemania, con poquísima gente en el teatro. De hecho, el día de la final tenía a siete personas en el teatro y salí y les dije que la función la iban a disfrutar más con el teatro lleno. Y me decían: “Tú lo que quieres es ver el fútbol”. Les contesté que no, que si querían les hacía la función, pero que mejor vinieran otro día. Les regalé entradas para otro función y, como también estaba en el Teatro Español haciendo ‘Los cuernos de don Friolera’, les invité también a verla. Soy muy futbolero y estoy acostumbrado a que España no haga nada, y cuando hace algo me tiene que joder a mí.

Escritor, cantante, actor, director de teatro. El cine en su faceta de dirección parece un asunto pendiente, ¿hasta cuándo?
La parte de venderme la llevo fatal. Si ya me cuesta poner en marcha mis proyectos de teatro, ya no te digo en cine. Tengo guiones de cortos y un largo. Tengo ganas de hacerlo, pero me falta un impulso. Necesito a alguien que me diga: “Yo me encargo de sacarlo adelante y tú sólo tienes que crear”. Mientras tanto no haré nada, porque eso de ir de productora en productora con la carpeta bajo el brazo me altera el hígado, me sube la bilirrubina.

¿Qué queda de aquel joven soñador que dejó Galicia para dedicarse a la interpretación?
Me queda mucho que hacer y, sobre todo, las ganas, aunque evidentemente después de tantos años y de tantas experiencias, a veces flaquean. Pero, afortunadamente, por ejemplo con esto que estoy viviendo, me vuelven las ganas de hacer cosas. Me quedan las ganas, porque como sigo siendo una eterna promesa...

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