miércoles, 21 de enero de 2009

'LA CARRETERA'. Cormac McCarthy




CRÍTICA LITERARIA

Obra: 'La carretera'
Autor: Cormac McCarthy
Editorial: Mondadori
Género: Narrativa. Ciencia-ficción
Año: 2007



OPERACIÓN DE DESGASTE

Cuando la todopoderosa Oprah Winfrey puso ‘La carretera' dentro del ‘Club de libros' de su programa, saltaron las alarmas entre los popes de la crítica especializada. Literatura trabajada letra a letra y situada en la parte que más luce del escaparate mediático junto a artefactos puramente industriales, al mismo nivel de best sellers que es mejor no pronunciar. No ocurrió nada relevante, al menos que se tenga constancia. Lo único, que ‘La carretera' abandonó terrenos que lindan con la marginalidad del escritor huraño e incomprendido para situarse en otra esfera, al alcance de otro lector. De paso, y lo más trascendente de este suceso, alumbró definitivamente a un novelista diferente, de esos capaces de provocar un sentimiento de orfandad al dejar de leer uno de sus libros, como es el caso.

Tras notables antecedentes como ‘Meridianos de sangre' y ‘No es país para viejos', que pusieron de relieve a base de sangre y violencia la pervivencia literaria del western, ‘La carretera' hace cumbre dentro de la trayectoria, a veces tan criticable por su irregularidad, de McCarthy. Por delante se coloca una novela corta que comprime en poco más de 200 páginas un relato asfixiante que no entiende de relajación y que se paladea desde dentro. McCarthy apura hasta el límite su particular estilo, diálogos efímeros que se clavan como estacas en el hielo y descripciones milimétricas que diseñan un cuadro a medida. Una prosa lenta e imparable, que avasalla al lector y supera los obstáculos propios de un argumento ubicado en la ciencia-ficción apocalíptica. Una exigente operación de desgaste ante la que no queda otra que rendirse, dada la brillantez de los recursos empleados, sintetizados en el modélico epílogo, de los que dejan huella.

Acude argumentalmente el escritor norteamericano a una de las pesadillas recurrentes del ciudadano medio del país, un cataclismo, probablemente de origen nuclear, que ha dejado a la atmósfera huérfana de vida. Quedan pocos supervivientes. A dos de ellos se aferra McCarthy para desencadenar los acontecimientos, un padre y su hijo de ocho años, en medio de un viaje a la nada, vagabundeando como condenados a muerte por paisajes muertos y desprovistos de algo que tenga que ver con el movimiento. El autor cubre ese vacío ambiental tan típico del western, una barrera insalvable en una primera lectura, de manera prodigiosa. Desliza con tanta suavidad como contundencia una imitación monocromática de la realidad, un escenario entre el gris, el blanco y el negro que se escucha, suena y golpea melódicamente a pesar del silencio que sale de una ambientación estática y sorda. Un lugar donde la moral no existe, con la muerte al acecho y en el que la única opción posible para los personajes es avanzar, por encima de sus necesidades internas. ‘La carretera', como ‘No es país para viejos', retoma y actualiza así las normas de conducta del género del western. Dos personajes cruzando el desierto, expectantes ante posibles ataques, héroes sin percepción de serlo rodeados de forajidos a los que no pueden poner nombre.

Lecturas morales al margen, que sin duda constituyen un filón, ‘La carretera' sobrepone un término al resto. Es la esperanza. La única guía que mueve al padre en ese camino hacia la nada, un monótono caminar salpicado de puntuales encuentros con otros humanos fantasmagóricos, supervivientes de un algo indescifrable. Nuevamente el hombre solo ante la adversidad, como escribió Borges. El pasado apenas importa, y menos el presente. Todo, las exhaustas descripciones y la actitud de los protagonistas y del resto de habitantes de la nada, encierra un sentido simbólico más lejos de todo elemento referencial. El narrador se pone por encima de los análisis individuales, desecha la entrada en el terreno psicológico para dejar esa labor al lector. Mira desde arriba, como un ser todopoderoso que manipula a su antojo a ese reducto de humanidad despojada de casi todo. Excepto un puñado de incursiones oníricas que despejan mínimas dudas sobre el pasado de los protagonistas, el relato se ciñe a la ambigüedad de las acciones descritas.

‘La carretera' duele por la crudeza de las descripciones y por lo misteriosamente reales que se descubren reacciones tan humanas como la necesidad de comer. Provoca tensión por el peor de los miedos, el que se tiene a lo desconocido. Avanza con la lentitud del que sabe el lugar al que quiere ir a parar, y ahí todo se vuelve otra vez a la esperanza, por encima de la compleja relación paternofilial privilegiada por el autor, un fervor que no esconde. Lazos más allá de lo sanguíneo, unión indestructible que sólo puede interrumpir la esperanza en algo que no tiene nombre.

Para descubrir ese secreto tan bien guardado sólo hace falta sumergirse de lleno, sin temores, dentro de este cóctel de frases afiladas que perfilan un argumento que no precisa de ninguna explicación, porque ‘La carretera' se define mejor por lo que no es que por lo que es: una novela deslumbrante en medio de la oscuridad reinante, la mejor de las metáforas para describir los primeros compases del siglo XXI.

3 comentarios:

Francisco Casoledo dijo...

Excelente crítica, Rafa, cualquier lector interesado o no en el libro queda avisado de lo que hay, tanto en el plano estilístico, como en el de las decisiones narrativas del autor y la atmósfera de la historia. Y por el mismo precio, alguno de los que no nos sentíamos atraídos por este escritor, nos hemos comprado el libro en la pausa laboral del café. Quién da más.

Gonzalo Muro dijo...

Muy buena reseña que refleja perfectamente lo que es La carretera. Por añadir algo, mencionaría el lenguaje y el ritmo de las frases que golpea (en especial durante las primeras páginas) al lector poco avisado y que logra atraparte.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Agradecido, GWW, especialmente por ponerme al descubierto esa fantástica mina de reseñas literarias que regentas.

Un saludo