miércoles, 4 de junio de 2008

'TODO LLEGARÁ'. Rebeca Jiménez (****)

CRÍTICA DE DISCO

'Todo llegará'. Rebeca Jiménez (Dro/Warner, 2008)

Con paciencia, Rebeca Jiménez ha esperado su oportunidad. Le ha tocado a las puertas de dejar la juventud, al menos así lo indica la arrolladora concepción cronológica de la sociedad. Pocas veces un título de un disco será tan revelador y encerrará tanta realidad. ‘Todo llegará’ supone el debut de una voz y un estilo que pide paso con firmeza. Para Rebeca Jiménez ha significado mucho más que el estreno. El disco, desde el primer al último indicio, se constituye como un verdadero ejercicio de reivindicación. Eleva ese espíritu a cotas insospechables de desgarro.

‘Todo llegará’ se define así como un ejercicio de justicia poética que coloca en su sitio a una artista que ha irrumpido en el panorama musical con el ruido que sólo pueden provocar aquellos músicos de primera fila cada vez que publican un nuevo trabajo. El tiempo pasará y ‘Todo llegará’ perdurará, una colección de canciones engrandecidas por una producción sobria y enriquecedora y por unas letras que, además de suponer una reveladora y sincera catarsis autobiográfica, brillan a la luz de la derrota. Un disco, por lo tanto, con muchas capas sobre las que rascar.

Jiménez ha compuesto al piano la mayoría de los temas de ‘Todo llegará’. La elección ya vale por sí misma para definir las particularidades de un trabajo instrumentalmente desnudo y sobrio que inspira sentimientos como la soledad, el desgarro y la ausencia. Once canciones a las que se añaden dos versiones –no hay que perder de vista a ‘Avión en picado’, sobre música de Marta Wainwright- moldean un disco reposado y lleno de microscópicos detalles que se van destapando a cada escucha. ‘Todo llegará’ no se ciñe en exclusiva, aunque pudiera parecerlo al ejercer casi de disco conceptual, a un único estilo. Conviven distendidos arrebatos de cabaret (‘Tú o nadie’), momentos de un pop-rock luminoso (‘Te queda mi amor’), gotas de soul bañadas en rock y, mayoría, blues de impronta estadounidense secos y oscuros arropados por una voz profunda, de las que dejan huella. Guardados en la memoria del melómano quedarán la icónica ‘No sé si lo hice bien’, ‘Calada hasta los huesos’ o la arrebatadora ‘Despertarme contigo’.

Hay que hacer mención al gran referente, al pájaro –mojado- que sobrevuela ‘Todo llegará’, porque es inevitable. La segoviana ha tomado ejemplo, y mucho más, de Quique González hasta lograr recrear un universo personal que la aleja de las comparaciones al uso. La influencia del madrileño se hace notar, respira por la práctica totalidad de los poros del álbum. A Rebeca Jiménez la han arropado los compañeros de viaje habituales de González, desde Carlos Raya, metido a los mandos de la producción, hasta la batería de Toni Raya, sostén anímico de buena parte de los temas. Un equipo que ha trabajado sumamente coordinado hasta dar como resultado un disco de trago pausado que se mete en bares con el techo cubierto de estrellas, habla de noches con insomnio, amores que se desvanecen y futuros ajustes de cuenta y por el que asoman indicios de malditismo tratados desde un punto de vista femenino. Una delicia que sirve para sacar a la luz a una artista con mucho que contar y cantar.

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