sábado, 12 de enero de 2008

RAYET GUADALAJARA 81-REAL MADRID 77. Núñez, al rescate


CB RAYET GUADALAJARA 81-REAL MADRID 77
Adecco LEB BRONCE. 15ª jornada.
Cancha: Polideportivo San José (Guadalajara). 11 de enero de 2008

NÚÑEZ, AL RESCATE

El baloncesto se nutre de experiencias que se alojan en la memoria. Para Roberto Núñez, la zamarra blanca simboliza lo mejor y lo peor que el deporte de la canasta puede regalar. Debutó en la adolescencia con unos minutos frente al Joventut de los Jofresa y Vilacampa. Compartió vestuario con el zar lituano Sabonis, formando trío de directores con Antúnez y Lasa. Emigró en busca de continuidad y regresó. Gozó de una segunda y hasta una tercera oportunidad, paréntesis serboargentino desajustado. Como otros tantos canteranos madridistas, fue condenado al destierro, con fructífera salida al país de la pizza incluida. Saltando de club en club, Núñez se ha convertido en un joven veterano con muchísimo oficio, actualmente incrustrado en el sólido organigrama de un club con solera en horas bajas el último quinquenio. Un espejo en el que podrían fijarse gente como Nguema, base a lo Balboa del filial, ya utilizado por la plantilla que capitanea Felipe Reyes. Ese largo recorrido que diferencia a ambos jugadores separó al Real Madrid ‘B’ activar el resorte de la sopresa en la cancha del líder. No anduvo lejos de la proeza. Aguantó agazapado los arreones triplistas del Rayet como si fuese un conjunto curtido con cicatrices. Sólo cuando soltó el zarpazo sacó a relucir esa bisoñez que se le presuponía. La última jugada del choque, con el quinteto blanco incapaz de provocar una falta que parase el cronómetro, retrató su inexperiencia. El lamento de Tirso Lorente, el Molowny de la Casa Blanca versión baloncestera, retumbó varias filas más atrás del banquillo. El balón lo aguantó, amansó y teledirigió uno de los que pasara por sus manos, ahora de morado, Roberto Núñez. De mayor a menor importancia, victoria alcarreña y billete para la copa.

El Rayet sufrió en una noche que pintaba festiva. La grada se rellenó de chiquillería con camisetas de tirantes, a la espera del clásico desfile del intermedio en el que se exhibe la cantera. Enfrente, un filial, con los condicionantes que se le presuponen de juego alegre, fluido y poco dado a la especulación. Dos caras de la misma moneda. Cuenta con material interesante la nueva promoción horneada por Lorente, con tres primeros espadas muy potables para la categoría bronceada. Al frente de la tropa del acné se sitúan Jan Martin, que ha abandonado la zona para probar fortuna en el lanzamiento exterior -¿qué pensará su tío?- y un Bojan Bogdanovic todo clase, coleccionista de entradas a canasta desde cualquier ángulo. En periodo de formación, le quedan unos meses en una categoría que ya le queda pequeña. El futuro es suyo si gana en agresividad. El tercero, el pívot Pablo Aguilar, se apuntó tarde en el acta tras calentar banquillo en Belgrado con el primer equipo. El Madrid, sorprendentemente ligero de centímetros, notó su tardía puesta en escena. Nueva versión de ‘4’ atlético con alergia a la pintura, Aguilar defraudó en Guadalajara. Le falta un largo trecho de mejora, algo natural a sus 18 años. Dato positivo, entre él y sus compañeros anularon la producción de Rob Johnson, inédito en la pelea bajo los aros e intrascendente en las restantes parcelas.

Al Rayet le suelen sentar bien las visitas de este tipo, filiales que privilegian el aprendizaje a los resultados. Puestos a cuantificar galones, pocos ganan a los alcarreños en esta categoría. La muñeca de Núñez, reconvertido en escolta ante las bajas de Palacios y Diego Pérez, selló las primeras distancias, que se instalaron entre los cuatro y diez puntos. Cuando se agotó le relevó Javi López, que salió de las profundidades del banquillo para reivindicarse. Se exhibió como lo que es, un tirador puro, un jugador al que no se debe ceder ni un centímetro de separación. Una especie única en vías en extinción. Tres triples en un par de minutos de inspiración poética firmados por el alero abrieron brecha, con la colaboración de un Rubén Íñigo enchufadísimo. El Madrid siguió a lo suyo, coleccionando reproches entre jugadores –Martin estuvo en todas- y con un Bogdanovic en estado de gracia, enfrascado en un mano a mano anotador con Núñez. No dejó que las diferencias se agrandasen más lejos de la decena de puntos. El partido entró en una fase de letargo a la espera del asalto definitivo, un balanceo de canastas fáciles generado desde el perímetro. Despertó con estrépito en los cinco últimos minutos. Lorente ordenó una presión a toda cancha que se atragantó a los alcarreños y que estuvo a punto de dar al traste con el trabajo anterior. Un triple de Aguilar, hasta entonces negado –y obcecado- en el tiro exterior, adelantó al Madrid a falta de medio minuto (76-77). Le respondió Roberto Núñez, que ya no soltó el balón hasta el bocinazo final, rubricado con una canasta de Dos Santos, ayer muy fallón.

La experiencia que le faltó al Madrid en el epílogo fue la que acreditó Roberto Núñez, que acudió al rescate de los suyos con un triple con aroma balcánico. Un triunfo ante un rival peligroso que corona un inicio de 2008 redondo, pletórico. La exclusión del Torrevieja, el excelente rendimiento de poco habituales como Iñigo y López, la visión de una pista teñida del morado de la cantera y el tropezón de rivales directos como el Archena así lo atestiguan. De paso, las buenas noticias apagan momentáneamente las dudas que podían haber surgido tras el revolcón sufrido en A Coruña. El Rayet refuerza el liderato de un LEB Bronce que domina con paso firme, a la espera de lo que ocurra en los dos desplazamientos consecutivos que le esperan, el termómetro adecuado para calibrar las posibilidades reales de aspirar al cetro de la categoría.

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