domingo, 7 de octubre de 2007

'MATAHARIS'. Espionaje de interiores (****)

CRÍTICA DE CINE

Sutil, contenida y efectiva, 'Mataharis' es el acertado regreso a la dirección de Iciar Bollain superado ya el inesperado ‘boom' de 'Te doy mis ojos', que supuso tocar cima para el género social de la industria nacional, hoy menos reincidente. El cine de Bollain es de largo recorrido. Procede una mirada pausada, atenta a detalles insignificantes, colocando al reparto al servicio de la historia. Como es habitual, el sector femenino sale beneficiado.

'Mataharis' se vertebra como un puzzle que se va rellenando con tranquilidad y sin errores. No se percibe ni un paso en falso en ese trío de historietas de tono discursivo que engrosan el guión. La acción se queda en el interior de los personajes femeninos, que tras dolorosas revelaciones nuevamente recorren un camino liberador, como ya sucediera en 'Te doy mis ojos' o la primeriza 'Hola ¿estás sola?'.

En ‘Mataharis', la incomunicación en diferentes frentes ocupa el centro de la diana. Silencios torturadores, disyuntivas éticas y secretos de alcoba, con el incentivo cinematográfico de contemplar cómo van siendo descubiertos por profesionales preparados para desenmascarar los enigmas ajenos, son el gancho de una película que, sin quererlo, se constituye como un ejercicio de estilo. Para dotar de agilidad un fresco pintado con enorme habilidad, Bollain ha optado por agitar la cámara, desenfocarla, usar el tono detectivesco de la trama como gancho para acercarse al documental. Impide así que el desarrollo se diluya cuando el ritmo lento del relato goza de menor intensidad. Es el único fallo que se puede achacar a esta impecable 'Mataharis', sin duda la mejor película del cuarteto que ha diseñado la cineasta.

El nivel de contención de las historias, reunidas al calor de una oficina de detectives privados, se sobresalta, fundamentalmente por mediación capítulo protagonizado por María Vázquez y Diego Martín. Hace gala de un tono reivindicativo que contentará a los utópicos y que, por el contrario, restará metros de profundidad al agujero emocional, de mayor hondura, por el que transitan las dos piezas restantes que articulan el largometraje.

Por ahí, un asunto que agita sindicalismo, maldad de multinacional y romance, se aprecia ese toque tan genuinamente social que parece que debe aparecer por norma en una integrante de la cinematografía nacional. Como una justificación para incrementar ese presunto grado de verismo que se atribuye a los trabajos que toman prestados asuntos colindantes con la realidad. 'Mataharis' pespunta en esa dirección, aunque ese matiz tan singular del cine español no acaba de afectar al conjunto final, de impecable visionado.

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