martes, 18 de septiembre de 2007

XI+1 CRISIS ROCK. De bajón

XI+1 Crisis Rock
Grupos:
Código K, Puro Chile, LosDelGas, Hamlet, Koma y Hora Zulú
Escenario: Auditorio Municipal (Guadalajara). Sábado 8 de septiembre de 2007

El Auditorio Municipal agota el crédito. Marcha despacio hacia el derrumbe, según proclaman voces apocalípticas y no apolíticas. Si todo avanza como debe hacerlo en la mente de privilegiados analistas musicales, la ciudad se quedará sin una de sus escasísimas sedes melódicas al aire libre. No es perfecta –las gradas son como trincheras en el campo de combate-, pero ha sabido conservar la esencia de lo tradicional, confiriéndole un carácter entrañable. El Auditorio ha sido, por ejemplo, la casa del Crisis Rock en las once ediciones que llenan su historial. Han recorrido de la mano el mismo camino. Con sus instantes de gloria, como aquella noche de hace cuatro años en la que el ‘festi’ congregó a más de 4.000 espectadores, y los depresivos, relacionados con granizadas inesperadas, alguna caída de cartel y la baja asistencia. A base de calimocho, ruido ensordecedor y la pasión de una peña por un género siempre en peligro de extinción, el Crisis ha resistido. Mayor prueba de fe que este año, imposible. El Crisis reunió prácticamente el mismo cartel que en mayo, fecha en la que fue suspendido. Falló Def Con Dos, o lo que es lo mismo, el grupo que cargaba con la responsabilidad de dar el plus a la velada. Es lo que le faltó a la undécima edición, tirón, un nombre poderoso, que uniera pasado brillante con presente estable, papel ya jugado anteriormente por Reincidentes, Gatillazo, Barricada o el inmutable Rosendo. Un grupo con legión de seguidores que aumentara los decibelios en el graderío y que rellenara el cemento. El XI+1 Crisis Rock disgregó el clímax en varios frentes. Sin un foco de atención concreto, lo que se tradujo en una cifra pírrica de asistencia, 500 personas en la cima de la noche. Otro factor determinante fue la fecha, prólogo de Ferias y Fiestas, lo que deriva en una masa de jóvenes con el presupuesto ya amortizado, y la irrupción un concejal nuevo y poco melódico empeñado en sobrecargar de rock las noches septembrinas.
El resultado fue un Crisis con dos disfraces. La cara la puso la entusiasta organización, premiada con una plácida noche y con el excelente trabajo de Puro Chile y Koma; y la cruz ese bajón de asistencia, con doble asterisco. Porque, hasta con cambio de fechas y con las Ferias golpeando la puerta, el Crisis consiguió reunir a medio millar de fieles.
Abrió la noche, con la luna en el cuarto de invitados, el grupo de Guadalajara Código K. Como es habitual, una labor complicada la de salir a tocar los primeros. El panorama no invitaba, con el graderío desértico. El botellón se servía en las afueras del recinto. Con un sonido limpísimo, Código K reivindicó desde el eclecticismo y con entereza su puesto de honor en el festival. La intensidad se multiplicó con Puro Chile, con la arrolladora Mamen Rodrigo al frente. Desarrollaron un concierto directo y adrenalítico, llevado con veteranía por la volcánica bajista y el guitarreo enfurecido de Urko Igartiburu. Amortizó al final ese ‘Me gusta ser una zorra’, apropiado del extinto Vulpes que comandaba la propia Mamen. La intensidad sonora se ocultó bajo una sonrisa con LosDelGas. En este grupo, a medio camino entre el rock y la charanga, la música ocupa un segundo plano. Queda cubierta por una puesta en escena basada en un humor desprejuiciado y resultón. Vestuario a lo butanero, gorros del Tío Sam y una armónica como dulce invitada. LosDelGas cedieron paso a Hamlet, que ejecutaron un concierto oscuro como sus letras y preciso, ya con el anfiteatro inferior abarrotado. Sin sorpresas, cumplieron con lo establecido, siendo relevados por Koma. Los navarros salieron enrabietados, aporreando las guitarras y haciendo rugir las piedras del Auditorio, provocando el cabeceo nervioso de un ex concejal feliz en su nuevo papel vital. En mitad de la madrugada, fue el turno de Hora Zulú. Aguantaron el éxodo de espectadores y resistieron con los fieles. Fue la nota distintiva del Crisis, la que más se alejó del decálogo que firma anualmente el festival. Un sonido con un grado superior de fusión, con espacio para el hip hop y con unas letras trabajadísimas, otro ejemplo de poesía urbana. El Crisis se despidió de mano de los granadinos, deseando regresar a mayo y agradeciendo, un año más, la complicidad de un Auditorio con demasiada carga histórica como para que desaparezca sin que le dejen despedirse.

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