domingo, 29 de julio de 2007

A LA PISCINA (V). Reivindicación

Restaba disipar la incertidumbre sobre cómo han afrontado el paso del tiempo el grupo de canciones, de temática juvenil e intrascendente la mayoría, que glorificaron, por poco tiempo, a Los Ronaldos. Coreadas en la veintena tenían su punto. Cuando el DNI se aproxima a las cuatro décadas, la perspectiva con la que se afrontan es diferente. El resultado de este batiburrillo generacional, que está siendo exprimido al máximo por este revival ochentero al que nadie quiere faltar, fue un zumo sabroso, sin rastro de esos grumos flotantes que dificultan la absorción de líquidos. Los Ronaldos plantearon en Cabanillas del Campo un concierto a mil velocidades y diligente en el que con furia guitarrera entronizaron un grupo de canciones extremadamente sencillas en su concepción, directas, divertidas y rebosantes de sinceridad. Lo que aquí viene sí intenta ser una crónica de lo que sucedió la noche del sábado, no el ‘debería haber sido’ que, bajo un prisma de actualidad se vende desde diferentes puntos comunicativos. Aquí una primera reivindicación. La segunda, la de los propios Los Ronaldos, una gratísima sorpresa. La nota distintiva la pone Coque Malla, ese pequeño gran artista que no cesa de contonear la cadena al compás del guitarreo rabioso de Luis Martín. Malla es un auténtico superviviente, uno de los niños malos de la música de este país. Dejó Los Ronaldos cuando ya no creía en el proyecto. Se metió a actor, con desigual resultado. Pasó a las portadas de las revistas del corazón y acabó, no hace mucho, sacando un libro-disco extravagante que fue destrozado por la crítica. Prometió volver y aquí está. Lo cierto es que se lo toman desde el lado divertido. Los Ronaldos, al contrario que otros, no reivindican postulados de otro tiempo, ni en lo musical ni en lo vital. Disfrutan tanto con los temas veteranos -‘Adios papá’, ‘Qué vamos a hacer’ o la dulce balada ‘No puedo vivir sin ti’- como con los nuevos, ese LP de cuatro composiciones, entre las que sobresale ‘El león’. Profesionales, hacen su trabajo, excelentemente, y se marchan. Sin engañar a nadie, no como otros.

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