sábado, 30 de junio de 2007

'ROMÉO ET JULIETTE'. Emociones en miniatura

CRÍTICA DE TEATRO

'Romeo et Juliette, les amants de liège'
Autor: William Shakespeare
Compañía: Théâtre Mu
Adaptacion y dirección: Ivan Pommet
Género: Teatro de objetos y marionetas de miniatura
Escenario: Corral de Comedias (Alcalá de Henares). 28 de junio de 2007

Todos los espectáculos teatrales desembocan en aplauso. Independientemente de la calidad mostrada sobre las tablas, el espectador esconde sus verdaderas emociones detrás del escudo de una ovación más o menos calurosa. El público infantil, ajeno aún a las apariencias de la parafernalia teatral, se convierte en un eficaz termómetro de sensaciones. Espontáneos y sinceros, los niños son un difícil reto para los profesionales de la escena.

Con 'Roméo et Juliette, les amants de liège', la compañía francesa Théâtre Mu ha rescatado un clásico de fácil acceso. Disputas familiares, odios interminables y pasiones descontroladas componen el collage diseñado por el británico William Shakespeare. La trama de la pieza, universal y reconocible, adquiere en esta propuesta unas dimensiones extraordinarias. Tapones de botellas de champán cobran vida para ganarse la complicidad de un público que no necesita largos diálogos para conectar con un huracán de sentimientos en miniatura.

Un escenario reducido, numerosas figuritas de corcho y un limitado abanico de expresiones en castellano le bastaron a Mathieu de Chabalier, único manipulador de la pieza, para construir un cuento sencillo y directo. Guiños humorísticos y emociones sin artificios fueron suficientes para mantener intacta la atención y la curiosidad -tarea nada fácil- durante cincuenta minutos.
Al contrario de lo que ocurre en otras piezas de teatro de títeres y objetos, la figura del manipulador cobra en esta 'Roméo et Juliette' una importancia máxima. Su expresividad gestual se convierte en el perfecto complemento de las acciones de los protagonistas, sentimentales seres de dimensiones reducidas.

Montescos y Capuletos adquieren un carácter cercano que aligera el enfrentamiento familiar y muestra el lado más humano de las dos sagas. Escondido detrás de los movimientos y las escasas palabras de la representación se esconde un mensaje alejado de la demagogia y fácilmente entendible para los más pequeños. "¿Romeo es un Montesco? No. Romeo es Romeo" se escucha decir a una pequeña figura de corcho que deja al descubierto sus sentimientos. El resultado es una entrañable mezcla de sencillez, ternura y capacidad para conectar con un público exigente que respondió con un aplauso más sincero de lo habitual.

(MM)

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