jueves, 28 de junio de 2007

'IL FEUDATARIO'. Perturbadora, a medias

CRÍTICA DE TEATRO

'Il feudatario'
Autor: Carlo Goldoni
Dirección: Pierpaolo Sepe
Compañía: Nuovo Teatro Nuovo
Producción: Coproducción de Biennale de Venecia, Nuovo Teatro Nuovo y Clásicos en Alcalá 2007
Escenario: Teatro Salón Cervantes (Alcalá de Henares). 26 de junio. Estreno

El estreno en el campo de las coproducciones de Clásicos en Alcalá, con unos costes y unas miras de altura, transcurre en una atmósfera inquietante, tenebrista y con aires macabros. 'Il Feudatario' se presta a una comicidad subterránea, apreciable en la evolución que sufrió su autor al afrontar el exilio parisino. La distancia que se presenta con lo expuesto en el escenario es el primer inconveniente. La compañía italiana Nuovo Teatro Nuovo ha cogido el texto de Goldoni y lo ha transportado a un contexto sin identificación palpable, ni en cuanto a la adaptación, ni en el vestuario ni con los decorados, aunque se intuye un avance notable en el calendario, para disgusto de los adeptos al siglo XVIII italiano.
El peso de la crítica del libreto del dramaturgo, que elabora un fresco sobre la lucha de clases, se disipa entre un desarrollo que en todo momento da la sensación de quedarse en el punto intermedio de sus intenciones. Desde el inicio, los actores sobreactúan con premeditación, bien mediante el gesto o la voz, representado este último punto de forma implacable por el tremendo vocerío que genera Pantalón, el rígido administrador del feudo. Esa dualidad interpretativa se percibe indistintamente en los tramos donde el drama es más visible y en los que el humor discurre en un segundo plano, limitado a la amplia gama de movimientos corporales de los actores.
Por lo demás, el tratamiento ofrecido por Nuovo Teatro Nuovo es poco complaciente en todos los sentidos, lo que no significa que haya rasgos de complejidad en el montaje. Por obligación, es difícil que desde el patio de butacas se empatice con cualquiera de los personajes, aunque de forma explícita, todos tengan sus razones para justificar sus posturas. Así, el pueblo aparece caricaturizado por dos mequetrefes sin estudios capitaneados por un hombre que ante el fallecimiento de su jefe, 'Il capo', es poseído por la ambición. En ese sentido, cada uno de los papeles de 'Il Feudatario' está sujeto al inmovilismo, sin evolución que conduzca a la sorpresa o vaya aumentando gradualmente el interés.
A la obra le cuesta avanzar, aunque haya escenas que la aligeren -la fiesta, lo más mediáticamente 'goldoniano'- de ese ansiado distanciamiento. La carga crítica así se difumina, sin que la oxigene el exquisito nivel interpretativo, irreprochable, y el placer de escuchar una representación teatral en un idioma ajeno, una melodía para los oídos, en pleno centro de Alcalá. Así se llega hasta ese desconcertante epílogo, no tanto por el fondo como por las formas. Todo un festín que se regala a sí mismo el humor negro, el gran protagonista oculto de 'Il Feudatario', que fue saludado desde la platea con igual grado de fascinación -su nivel visual es innegable-, asombro y turbación.

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