miércoles, 13 de junio de 2007

'RETRATO DE UNA OBSESIÓN'. Cargante rareza (**)

CRÍTICA DE CINE

Autor de la inquietante 'Secretary', Steven Shainberg es un director con un mundo propio, como corrobora en esta rareza que es la mal traducida 'Retrato de una obsesión', con la que su predecesora mantiene una relación cercana en cuanto a temática. Es un cine el suyo, a grandes rasgos, que produce un efecto narcotizante, sorprendente y arriesgado. Con doble vara de medir. El tiempo restante se sostiene con una de esas historias que acarician la comedia irreverente sin pretenderlo, cuando a lo que se aspira es al drama onírico con pretensiones.
Mientras 'Secretary' estaba poblada de personajes con extrañas perversiones, cuya ingenuidad estaba situada al mismo nivel que su presunta inmoralidad, en 'Retrato de una obsesión' lo que subyace es una trama de profundo perfil psicológico y físico en el que la utilización de un personaje verídico, la excéntrica fotógrafa Diane Arbus, es únicamente un pretexto argumental de poco peso.
Muy lejos de lo que anticipaba el engañoso trailer, Shainberg avisa de sus intenciones en una de las primeras escenas. Arbus, interpretada por una Nicole Kidman a la que no recordará por este papel, le dice por sorpresa a un marido que su problema es que es rara. Así de simple. Al poco tiempo establecerá una relación con su vecino, en la enésima reedición del popular cuento 'La bella y la bestia', aquí sin novedad ninguna. Aunque de fondo corre la historia personal de esta mujer, su lucha interior para encontrar su mundo artístico, lo que hace primar Shainberg es ese inquietante universo paralelo en el que la perversión de 'Secretary' muda por la ternura de esos seres maltratados física y psicológicamente, por la vida lo primero, por la sociedad lo siguiente.
La propuesta, sazonada por una acertada escenografía y vestuario rayando el cómic, se desvía del camino del interés debido a la extensa carga existencial, exceso de tópico en todos los casos, que fluye de cada una de las acciones de los protagonistas. El ritmo, inexistente en la primera hora, se acelera al superar ese tramo en una recta final que, pese a estar cargada de una tramposa emotividad, no funciona. La historia se edulcora hasta límites extremos y la fábula, con un puntito final de perversidad que se agradece, se come a la caracterización, que pretendía ser real, de Diane Arbus.
Al final, 'Retrato de una obsesión' queda como una rareza, superior incluso a 'Secretary', de limitado alcance y que puede a llegar a ser cargante por la lentitud con la que se desarrolla y por lo extraordinario, en toda la acepción del término, que llega a ser su contenido, sin que Nicole Kidman suponga una garantía por sí misma, en la que, desde luego, no se erige.

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