jueves, 21 de junio de 2007

'MORIR PENSANDO MATAR'. Aires de revancha

CRÍTICA DE TEATRO

'Morir pensando matar'
Autor: Francisco Rojas Zorrilla
Dirección: Ernesto Caballero
Compañía: Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid y Fundación Pro-RESAD
Escenario: Corral de Comedias (Alcalá de Henares). 19 de junio de 2007. Estreno.

El afán de Ernesto Caballero por rescatar uno de los textos menos conocidos de un autor oscurecido por la potente luz de otros compañeros de generación como fue Rojas Zorrila, unido a su fervor por el Siglo de Oro, ha permitido recuperar del olvido 'Morir pensando matar'. Es el año de ese dramaturgo cuya suerte futura ha ido en paralelo al desgraciado hecho de fallecer en el ecuador de la vida. Dejó como legado un cuantioso archivo de comedias, esencialmente, y alguna tragedia. Al último capítulo pertenece 'Morir pensando matar', epopeya bélica con ecos a lo 'Braveheart' que bebe de principio a fin del inagotable manantial de la venganza.
El amor desata los acontecimientos, con la guerra que enfrenta a longobardos y gépidos fluyendo de fondo. El esquema ofrecido por la compañía Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid sigue una línea de trabajo granítico y sin altibajos. A la dramaturgia de Rojas Zorrilla, dura, directa y poco complaciente con la platea, se le han incorporado fuentes artísticas contemporáneas, centradas en un ceremonial de danza femenina. La obra se abre y cierra a ritmo de un sugerente cabaret. Como elemento simbólico, una muerte alegórica se pasea por las tablas en un ritual que ralentiza la acción, la solemniza e incrementa la asfixia que late en el ambiente.
No hay tregua a través de una puesta en escena que privilegia lo carnal y lo físico sobre lo espiritual. El desgarro lo pone en gran medida Rosimunda, volcán que libera los primitivos sentimientos masculinos que llevan a la tragedia. La mujer adopta en 'Morir pensando matar' el mando de la acción, relegando a los hombres a un segundo plano, instrumentos superficiales para ser usados como medio para lograr el objetivo, financiado a base de sangre derramada. Hay dos escenas cruciales en esa dirección. La primera, la traición, marca el punto de inflexión a partir del que el relato se torna oscuro y, con lentitud, la encauza hacia ese otro instante, ya al final, un áspero epílogo que rápidamente entra en contraste con esa despedida que funde sensualidad con violentos fragmentos de lucha bélica de fondo.
Las interpretaciones son sólidas, con una actriz en un escalón superior como es ese ángel negro con sed de venganza que firma Lidia Palazuelos. Sin resultar extraordinaria y a falta de apuntalar un inicio un tanto tibio, 'Morir pensando matar' se consagra como un más que correcto acercamiento a la inexplorada rama de las tragedias de Rojas Zorrila, que tendrá en 2007 más estrenos en Almagro.

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