lunes, 11 de junio de 2007

'EL NIÑO DE BARRO'. Asesino precoz (***)

CRÍTICA DE CINE

El punto de partida de 'El niño de barro' es por sí mismo inquietante. Carga el debut cinematográfico de Jorge Algora, conocido realizador publicitario, con la responsabilidad de relatar la biografía del que está considerado el primer niño asesino en serie de la historia. Ocurrió en Argentina, a principios de siglo XX. Un tema duro tratado con una credibilidad insospechada, luciendo una seriedad formal y temática pocas veces vista en el cine español, y menos en un debutante.
'El niño de barro' funciona por el rigor con el que está construida. Arrastra alguna laguna de guión, con personajes rozando el tópico. Nada destacado ante la fortaleza narrativa de lo que se está contando, el poder hipnótico de una cámara siempre bien colocada y el atractivo de un escenario, el Buenos Aires de hace un siglo, turbador, generador de un estado desasosegante del que no se sale en toda la película. Que nadie espere un instante de alivio dentro de un metraje que sólo propone tensión y que, hasta en el inevitable capítulo paranormal, no se sale de los límites de la verosimilitud.
'El niño de barro' podría haber sido un sucedáneo de película de fantasmas, con sustos incluidos, de esas que asaltan la cartelera siendo indiferente el país de procedencia. También podría haber salido un drama sobre personajes que bordean la impostura del fracaso, todo desazón, tan habituales en la última hornada de cine nacional. Entre medias y sin caer por ninguna de las dos cascadas navega esta correctísima, quizás algo académica y falta de emoción, 'El niño de barro', una sorpresa dirigida por un director al que habrá que tener en cuenta para el futuro. Y con una Maribel Verdú nuevamente pletórica, lo que ya ha dejado de ser una novedad.

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