sábado, 17 de febrero de 2007

ISABEL PANTOJA. Gélido desgarro

Isabel Pantoja
Espectáculo: 'Enamórate conmigo'
Escenario: Teatro Buero Vallejo (Guadalajara). 16 de febrero de 2007

Pétrea y gélida. Muda con el auditorio. Isabel Pantoja habla cantando, se comunica al borde del desgarro con las canciones. Un micrófono, unas cuantas sonrisas, agradecimientos y a cantar. En los conciertos de Isabel Pantoja no hay hueco a la improvisación. Si existe, son chispazos esporádicos, como cuando la andaluza solicita con tibieza al patio de butacas colaboración para susurrar un tema. Tampoco hay que leer entre líneas. Diva hasta el final, Pantoja fabrica recitales de desarrollo lento y tremendamente enérgicos en combinación con el entusiasmo que despliegan sus seguidores, nostálgicos su mayoría de emociones pasadas.
‘Enamórate conmigo’, ambicioso espectáculo amparado por José Luis Moreno, viejo conocido de Guadalajara, cuenta con un aliciente inesperado y una serie de factores que contribuyen a desdibujar el retrato final. La grata sorpresa llega por el trabajo de la orquesta que arropa a la sevillana. Excepcional la labor desplegada por estos músicos, con el piano de Horacio Icasto al frente. Son capaces de dotar de sonidos cercanos al jazz y al pop, algo sorprendente, a temas que los puristas siempre han considerados intocables. Es agradable, a la par que curioso, escuchar una composición como Buenos días tristeza a ritmo de bossa nova. En el otro lado de la balanza hay que colocar los disparates habituales, populismo puro, que se suelen ver en las producciones de José Luis Moreno. A cada descanso y cambio de vestuario de Isabel Pantoja le correspondía una pieza sin conexión con lo visto anteriormente. Nada que sorprenda al público que se considere habitual de las óperas y zarzuelas de la temporada lírica de Guadalajara. Salvo una excepción cercana al epílogo, con el cuadro flamenco, estas aportaciones gratuitas restan en vez de sumar, conformando un espectáculo con altibajos.
Dividió Isabel Pantoja el concierto, que superó las dos horas de duración, en cuatro partes, coincidiendo con sus cambios de vestuario. Un arranque lento a lomos del piano del jazz, suave y que sirvió para presentar la escenografía ampulosa que decoró las tablas. Apenas le costó entrar en calor a Pantoja, arropada por los elogios del auditorio. Desde el inicio se pudo ver que la lentitud iba a ser una característica del concierto. Isabel Pantoja interpreta desde el estatismo y hasta el desgarro las canciones. Otro ejemplar de escenificación musical, otra actriz abocada a la teatralización de sus composiciones. Abrió con el bolero ‘Perfidia’ (“Nadie comprende lo que sufro yo”), a la que siguieron ‘Anoche hablé con la luna’ y una excesivamente relamida ‘Si tú me dices ven’. El segundo turno apostó por la canción melódica. Fue entonces cuando la artista se dirigió por primera vez al público: “¿Os gusta que baile?”. Aquí llegó la popular ‘Buenos días tristeza’. Un tono más melancólico y veloz alcanzó la siguiente oleada, ya de rojo la tonadillera, con ‘Sabor a mí’ o ‘Qué tal me va sin ti’. El flamenco se adueñó más tarde de la velada aportando un toque racial que consiguió sacar al público del aletargamiento. Por fin se vio entonces a una Isabel Pantoja suelta, comunicativa y liberada. Adquirió entonces la noche otra dimensión menos lineal, poco antes de entrar en los bises, fuera del horario de cierre de esta edición.

No hay comentarios: