sábado, 20 de enero de 2007

'AFTERPLAY'. Miserias con vodka

CRÍTICA DE TEATRO

'Afterplay'
Autor: Brian Fiel
Dirección: José Carlos Plaza
Reparto: Blanca Portillo y Helio Pedregal
Escenario: Teatro Cervantes (Alcalá de Henares), 20 enero 2007

En el programa de mano de 'Afterplay' pueden leerse unas declaraciones de José Carlos Plaza, director de la pieza, en las que afirma que "después de una buena obra de teatro el espectador debe salir transformado". No puede decirse que la adaptación del texto del irlandés Brian Friel sea un espectáculo fallido, pero tampoco logra cumplir el ambicioso objetivo. Su labor consiste en mostrar las miserias de dos personajes desorientados, abandonados en la confianza que proporcionan el alcohol y el anonimato. No hay que buscar una mayor profundidad en el desarrollo del montaje, que transcurre sin alteraciones bruscas ni sorpresas inesperadas.
Sonia y Andrei, personajes de las chejovianas 'Tío Vania' y 'Tres hermanas' respectivamente, comparten tés, vodka y confidencias en cualquier café del Moscú de los años 20. Friel rescata dos figuras literarias e imagina cómo serían sus vidas dos décadas después de su paso por las páginas de sus novelas. A pesar de esta conexión artística, poco importa que los protagonistas de 'Afterplay' sean caracteres surgidos de la pluma de Anton Chéjov o dos meros desconocidos. La soledad y el irremisible fracaso se convierten en la verdadera base de una representación sustentada por completo en la labor interpretativa.
No hay que mirar con demasiada atención para darse cuenta de que 'Afterplay' es un espectáculo netamente actoral. Blanca Portillo y un inmenso Helio Pedregal protagonizan un duelo escénico en el que la balanza se inclina sutilmente del lado del segundo. Portillo cumple con un personaje sincero y agradecido, mientras que el veterano Pedregal demuestra su extraordinaria capacidad interpretativa con un Andrei que esconde sus penas detrás de un disfraz de falso triunfo.
La eficaz labor de los únicos actores de la obra pone sobre la mesa una incómoda pregunta. ¿Funcionaría 'Afterplay' si no contara con sus interpretaciones? Probablemente no. La idea original resulta indudablemente atractiva y la escenografía construida por Paco Leal contribuye a crear un acertado ambiente solitario. Sin embargo, el texto alterna diálogos destacados –mención especial merece esa interesante reflexión sobre las personas que viven colgadas de un sueño irrealizable- con otros más intrascendentes.
Soledades con vodka, confesiones desesperadas, fracasos irremediables y utopías eternas componen 'Afterplay', un pausado retrato de la derrota construido de forma lineal. Un texto que logra funcionar gracias a la presencia de Blanca Portillo y Helio Pedregal, un auténtico animal de teatro.

(MM)

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