miércoles, 5 de julio de 2006

'NO ESTOY HECHO PARA SER AMADO'. Apreciable humildad (****)

CRÍTICA DE CINE

Un derroche de sencillez, honestidad y genialidad el que ofrece 'No estoy hecho para ser amado', humilde producción francesa que llega a la cartelera española con dos años de retraso. Cuesta que lleguen productos de estas características procedentes de Francia. Una pena, porque lo que ofrecen mayoritariamente es una calidad muy superior al cine que se factura en España y prácticamente en el resto de Europa. Es envidiable la diversidad de temas, estilos e historias que emerge de la cinematografía gala. Dulce y poco ruidoso cántico a la nostalgia, 'No estoy hecho para ser amado', es un buen ejemplo. El tango ejerce de válvula de escape de vidas condenadas a un irremisible fracaso. En una escuela de baile se encuentran Jean-Claude Delsart, un solitario cincuentón que trabaja como agente judicial, y Françoise, una treinteañera a punto de casarse con su novio de siempre. No hay doctrina ni exaltación de sentimientos en esta historia. Tampoco dosis de moralina improcedentes, ni diálogos para el recuerdo. Brizé, también guionista, ha creado una historia de amor y de últimas oportunidades despojada de cualquier elemento superficial. Patrick Chesnais, que teje un trabajo fabuloso, sustenta el desarrollo de la historia. Interpreta a una de esas personas superadas por la vida. Odia su trabajo, no tiene amigos, no confía en su único hijo –relación no definida en el guión, un acierto– y mantiene una disputa silenciosa con su padre, recluido en una residencia. Son las escenas que unen a este par de personajes cerrados en sí mismos las más poderosas de una película que se desarrolla a un ritmo lento, nunca desesperante. Cierta previsibilidad argumental atenaza su desenlace, pero la profunda melancolía y la trabajada tristeza que perfila con acierto Brizé hacen de 'No estoy hecho para ser amado' una película apreciable y distinguible. Con muy pocos medios, Brizé ha sabido confeccionar una historia que llega al corazón y que puede provocar alguna lágrima tan traicionera como sincera.

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