miércoles, 28 de junio de 2006

'AVE SOSIA'. Soso, soso

CRÍTICA DE TEATRO

'Ave Sosia'
Autor: Alejandro V. García
Intérprete: Santi Rodríguez
Compañía: Centro Andaluz de Teatro y Los Ulen
Escenario: Corral de Comedias (Alcalá de Henares). 27 de junio

Sosia huye de la comedia para refugiarse en el drama. Quiere lágrimas en vez de risas. ¿Qué es más fácil? La respuesta por obvia se puede esquivar. Sosia, imperecedero personaje cómico construido hace unos cuantos miles de años por Aristófanes, se juega la vida en el reto. Júpiter le matará si fracasa en el intento. No sabe, ingenuo él, que siempre es más sencillo hacer reír que llorar. Ahí está la respuesta. Que no se requieren genialidades para conseguir la carcajada. Pero que en sentido contrario no ocurre lo mismo. La sosa 'Ave Sosia' actúa de correcto ejemplo.
Santi Rodríguez viste de comedia un papel teóricamente dramático. En 'Ave Sosia', monólogo facturado por el Centro Andaluz de Teatro y Los Ulen, interpreta a un personaje, luego seis, amargado por los designios inexorables de los dioses griegos. Decide rebelarse por obra y gracia de Alejandro V. García, autor de un texto que sorprende por su inconsistencia y por la ausencia de estímulos inteligentes.

Recurre al humor grueso en exceso, tapando así las deficiencias estructurales que sujetan la historia. El desarrollo es tremendamente efectista, buscando la risa fácil (esos melones evocando a los hijos de Medea) sin disimulo. Poca elegancia tiene esta 'Ave Sosia', más allá de una puesta en escena sobria que rememora la Grecia clásica y algún diálogo eficiente, como el que se marca Sosia rozando el epílogo acerca de la implacable maquinaria con la que funciona el tiempo.
La eficacia de propuestas como 'Ave Sosia' dependen en exceso, además del texto, del trabajo del actor que les da vida. Nada que achacar en este sentido a Santi Rodríguez. Perfecto en cuanto a entonación, ese defecto cómico que le engrandece en la pequeña pantalla, se maneja cómodamente en un registro que no le es extraño. Igual interpreta con naturalidad a una Medea reconstruida a lo drag queen que se desdobla en un soberbio y moribundo Sosia. En apenas una hora se pone unas cuantas caretas que no le ofrecen ningún problema. Proporciona un plus de calidad a un montaje que no engancha y que decepciona habida cuenta de la fama de Los Ulen. Risas hay. Pocas, pero se escuchan, no se puede negar. Por encima permanece lo dicho, qué fácil es sonreír y qué difícil emocionar.

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