domingo, 11 de junio de 2006

'4.48. PSICOSIS'. Gritos sordos

CRÍTICA DE TEATRO

'4.48. Psicosis'
Autora: Sarah Kane
Dirección y adaptación: Sergio Barreiro
Compañía: Teatro Estudio Universitario de Alcalá
Escenario: Teatro La Galera (Alcalá de Henares). 10 de junio de 2006

No. No es una historia triste la que emerge de '4.48. Psicosis', como se apresuraban a comentar un grupo de espectadores al finalizar el montaje. Es impactante y dolorosa, impacto por la crueldad y dolor por lo real. Son sentimientos opuestos la tristeza y la depresión. La tristeza pasa, como casi todo. Provoca ternura en el prójimo, exprime la vulnerabilidad de la persona que la sufre y saca a relucir sus puntos débiles. Estación de paso de la alegría, la tristeza tan pronto aparece como se marcha.

Con la depresión no se puede jugar. Te come por dentro, te aísla, te convierte en un incomprendido a ojos del resto. Te deja solo, incapaz de llorar, de rebelarte. Después de una hora al límite del desgarro, la contundente intérprete que daba a vida a Chiara, alter ego de Sarah Kane, autora la obra, se quedó exhausta, con el rostro desencajado. No. No es una historia triste. Y mucho menos sencilla.

'4.48 Psicosis' es el último grito a la vida que lanzó la británica Sarah Kane. La dramaturga británica, fallecida en 1999 a los 27 años de edad, era una de esas personas dotadas de una sensibilidad extrema y única, incapaz de soportar el simple acto de vivir. Lo reflejaba en cada una de las píldoras que escribía, viajes brutales al límite de la vida y la muerte.

Un gozoso atrevimiento el de Sergio Barreiro y la joven compañía Teatro Estudio Universidad de Alcalá el de fijar su empeño en sacar adelante una obra de estas características. Esta '4.48 Psicosis' suena a letanía final en clave alucinógena. Esa oscuridad, esos silencios eternamente prolongados y esas danzas, rituales hostiles a la vida, sólo pueden provocar angustia. Un ejemplo supremo de teatro doloroso y angustioso. Tan crudo como orgánico.

La labor dramatúrgica de Sergio Barreiro es eficaz, al igual que la puesta en escena, sobria y minimalista, privilegiando el texto directo y preciso de Sarah Kane y añadiendo de cosecha propia esas coreografías depositarias de una gestualidad llena de sufrimiento. Hay alguna escena poderosísima, como el primer monólogo de la protagonista, y otras que bajan el pistón, caso de esa aparición mariana que rompe con parte del espíritu que trata de contagiar el montaje.
La valentía de adaptar un texto de la desconocida por estos lares Sarah Kane es todo un valor para la función, que se aleja de los arquetipos que presentan al teatro como funcional pasatiempo.
'4.48 Psicosis' es de esas obras que, por encima del tratamiento impuesto por la compañía, golpean fuerte en la conciencia. Una máquina de triturar convencionalismos, de acercar a la gente el sufrimiento infinito de esas personas autodestructivas y depresivas, esos seres a los que, alejados de toda aureóla mística, no hay que dejar nunca que naveguen en solitario.

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