domingo, 12 de marzo de 2006

ISMAEL SERRANO. Soñando

CONCIERTO

Ismael Serrano
Escenario: Palacio de Congresos (Madrid). 10 de marzo de 2006. Lleno

La historia de una vida la escriben momentos como los vividos durante el concierto de Ismael Serrano en el Palacio de Congresos. Un espacio gigantesco, un palco de la clase alta a la espalda, dos enfervorizadas hinchas con acné, miles de parejas perdidas en arrumacos consentidos, un libro apasionante en la mochila, un rincón escondido dentro de la apabullante inmensidad escénica, un rato con luz, el resto casi siempre a oscuras, miradas que siguen escribiendo una historia fascinante, sueños rompiendo la estructura fortificada del techo. Sobre el escenario un tipo regordete, simpático y extremadamente profesional que, acaraciando la calvicie máxima, no quiere dejar de ser un adolescente irreverente. Ismael Serrano saca jugo a su inteligencia en cualquier momento. Le gritan, le silban, le piropean indiscriminadamente y él, lejos de caer en esa complicidad con el público que llega a provocar rechazo, se mantiene al margen. Contesta sin levantar la cabeza mientras mima la guitarra que le aparta de la soledad que recibe de las 1.000 personas que escudriñan cada uno de sus pacíficos movimientos.

No estaba especialmente hablador ayer el vallecano. El menú que cocina en sus conciertos se compone habitualmente de unos entrantes en forma de discursos combativos, excelentemente perfilados e inteligibles, y unos platos bondadosos en cuanto a la ración de buena música que los llenan. En su cancionero suele acudir a lo obvio, pero que maravillosa esa actitud en estos tiempos que pasan. Serrano habla y no para de un futuro mejor, de Bosnia, de Vietnam, del peligroso miedo que impone el silencio, del No a la Guerra, de su recurrente Vallecas patria, de Zapatero o de Carod Rovira. Su mirada no deja de crecer, se expande por cualquier rincón que precise un poco de lógica y que esté necesitado de ese término tan en desuso que es la justicia. Por eso, dice con cierto orgullo que sus discos ya se están empezando a vender en Estados Unidos y cuenta con admirable humildad lo bien que le hacen sentir los paisanos que habitan al otro lado del charco.

De Argentina llegó a Madrid para regalar otro de sus conciertos sin fin. Casi tres horas de utopías imposibles pero necesarias, de amores juguetones, de amigos impensables. Al escenario del Palacio de Congresos se subieron el timidísimo Pedro Guerra, el orondo Javier Bergia y, sorpresa, Quique González, huidizo como siempre, a la espera de su particular 'Ajuste de cuentas' que sale el próximo 3 de abril. Entre medias, menos discurso de lo habitual, y mucha música extraída de las sabias cuerdas del maestro Marugán y del propio Serrano. Tocó todo lo que tenía que tocar. Por el Palacio de Congresos pasaron 'Caperucita Roja', 'Últimamente', 'Ahora' o 'Qué andarás haciendo'. Puño en alto lo hizo 'Papá cuéntame otra vez', con dignidad 'Amo tanto la vida', en silencio 'Zona Cero', transmitiendo calidez 'No estarás sola', lanzando cargas de profundidad 'Virus del miedo'... Y la lista se detiene porque Serrano se dispone a cantar 'Vertigo', un himno vital, un regenerador de ánimos, un activador de sueños olvidados. Por eso y por mucho más, mereció la pena saludarle una vez más, señor Serrano.

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