lunes, 13 de febrero de 2006

'VIDA Y COLOR. En blanco y negro (**)

CRÍTICA DE CINE

Amigo de actores, directores y críticos, persona de una sensibilidad cinéfila especial, Santiago Tabernero debuta en el celuloide con una historia a media distancia entre la poesía y la realidad, un cuento de hadas con algún episodio desgarrador que bebe de una época que vive una segunda juventud cinematográfica. El que fuera director del programa 'Versión Española' ha situado su ópera prima en esa España profunda del blanco y negro, de la muerte de Franco, la retratada en la televisiva 'Cuéntame', con la que son inevitables y crueles las comparaciones. Establece Tabernero un juego fílmico con unas reglas básicas. Enseguida sitúa el escenario, coloca a los personajes, los cruza, los aliña con algún relato terrible que tiene el mérito de no chirriar dentro del conjunto, y los fulmina con un final facilón y aparatoso. Vida y color se mueve en diferentes parcelas. Por un lado está el protagonista, motor de las secuencias, un niño que lucha por acceder a la mundo adulto, eterna pugna, con dignidad.

Pero Tabernero aspiraba a algo más que a escribir un cuento de iniciación infantil y se lanzó, sin paracaídas, a retratar ese inframundo, triste, melancólico y también inconformista, en el que país sobrevivía en esa 1975, encrucijada de cambios. La idea, aceptable aunque poco original, se resiente por la manifiesta debilidad del guión, patente según la película llega a su fase decisiva. Ahí los tópicos se acumulan –no falta Arias Navarro avanzando la muerte de Franco– y los mecanismos que sustentaban el argumento, simples pero efectivos, se derrumban. Lo más interesante procede de un relato paralelo de la historia, el protagonizado por Leo y Ramona, dos desechos de una sociedad amorfa, fiel reflejo de la España del esperpento de Valle-Inclán y de la crónica negra que asalta los periódicos casi todos los días.

Tabernero demuestra formas y aptitud en 'Vida y color' –la puesta en escena es superior a la media–, una interesante aunque irregular película, una muestra más de que el cine social es el eje argumental básico del que se nutre primordialmente el celuloide nacional.

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