sábado, 11 de febrero de 2006

'LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS' . Puro Coixet (***)

CRÍTICA DE CINE

El escenario es más cerrado y solitario que nunca. Una nave petrolífera, limbo de almas perdidas, entorno a medio camino entre el cielo y el infierno. El sitio de donde brotan los sentimientos más significativos. Amor, desesperanza, traición o tristeza. Complicada paradoja y gran acierto. Del vacío y el silencio de la plataforma al ruido interior del alma de los personajes de Coixet, figuras imperfectas, de pasado traumático que persiguen en tan enclaustrado hábitat su redención.
Después de la cruda 'Mi vida sin mí' Isabel Coixet regresa de lleno al terreno de los sentimientos para ofrecer una moderna historia principesca protagonizada por una de sus clásicas heroínas femeninas. La vida secreta de las palabras, película larga y de lento desarrollo, es un tratado majestuoso sobre la desesperación humana, la crueldad bélica, la doble moral imperante y el abismal sacrificio al que se ven sometidas las personas. Coixet se basa en los parámetros básicos de su filmografía, aunque añade unas gotas esperanzadoras que pululan en los diálogos desde la irrupción de Tim Robbins, megaestrella de Hollywood aquí en un papel más propio de la industria independiente. Escenas y diálogos eternos, secundarios escasamente perfilados –falla Javier Cámara– y un tramo final que se hace precipitado, con alguna decisión poco acertada –la visita de Robbins a Copenhague– forman el grueso de la receta que propone Coixet. Su cine discurre entre el susurro y el silencio, sin estridencias ni golpes de efecto. Está al servicio de la sensibilidad extrema, factor que puede llegar a alterar al sector del público que ve en el cine otro tipo de entretenimiento, y no es una referencia al espectador menos exigente. Ahí puede cojear la película, que gana con entereza a los defectos por otros motivos. A Coixet, encasillada dentro de un cine de mirada puramente femenina, habrá que agradecerle siempre la inmensa facilidad que tiene de crear historias tan sencillas y verídicas que asustan y, ante todo, conmueven.

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