miércoles, 15 de febrero de 2006

'ANIMALES HERIDOS'. El cirujano del amor (**)

CRÍTICA DE CINE

Ventura Pons ha despachado con desfachatez, con cierto tono rutinario, esta Animales Heridos. No es atrevido decir que está rodada con desgana, casi por cumplir ese expediente tan Woody Allen consistente en rodar lo que viene en gana cada poco tiempo. Las comparaciones son odiosas, pero Pons, autor personalísimo, creador de un universo muy particular y exigente retratista de la Barcelona actual, tiene algo del genial cineasta estadounidense. El catalán es un obseso de las relaciones personales, de la autodestrucción a la que conducen los amores más pasionales. En sus películas chequea con rigor y verosimilitud los corazones de sus personajes, abocados a relaciones agridulces, esperanzadoras en ocasiones y depresivas en las restantes.

La reciente 'Amor idiota', inesperado éxito de taquilla, descubría con analítica precisión los ejes sobre los que sustenta el cine de este autor, un ‘rara avis’ del celuloide nacional. No ocurre lo mismo con la vacía de argumento y floja de interpretaciones 'Animales Heridos'. La historia que ha construido el prolífico Pons se sustenta sobre una de sus habituales certezas: el amor y el desamor no entiende de clases sociales. Delante de su cámara pasan ejecutivos engominados, triunfadoras profesionales, humildes criadas y desubicados trabajadores de la construcción. Ninguno se escapa del sufrimiento, de la tristeza, del amago de depresión. Pons hace desfilar a esta amalgama de personajes en una Barcelona cosmopolita mediante tres historias cruzadas que funcionan desigualmente. La inicial, protagonizada por una desbocada Aitana Sánchez-Gijón y por José Coronado, es la más discreta. Su evolución del drama a la comedia no cuaja y le hace perder la credibilidad que buscaba el director. Es el segundo de los tres relatos, el más largo y silencioso, el mejor construido. La destrucción de una relación de pareja de clase media es rodada por Pons con sutileza y elegancia. Por desgracia, la última de las historias, un cúmulo de tópicos sobre la diferencia de clases, no mantiene el nivel que se espera de Ventura Pons.

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