miércoles, 7 de julio de 2010

'RABIA'. Mordedura superficial


CRÍTICA DE CINE

'Rabia' (Sebastián Cordero, 2010. España)

El Festival de Cine de Málaga deja caer en cada edición una o dos películas a rescatar. En la última edición ha impulsado la carrera comercial de ‘Rabia’ mediante la concesión del principal galardón, de irregular fiabilidad analizando el historial del palmarés, con premios recientes a ‘Los aires difíciles’ (2006), ‘Bajo las estrellas’ (2007) o ‘Tres días’ (2008), salvando a la mordaz ‘La vergüenza’ (2009). Siguiendo estas estelas, el nuevo largometraje del cineasta ecuatoriano Sebastián Cordero, arropado por un Guillermo del Toro en labores de producción, se define como un explosivo cóctel de géneros agarrado por un punto de partida como mínimo inquietante. Un amor incipiente es lo único que da estabilidad a un inmigrante peruano golpeado desde los cuatro ángulos del cuadrilátero. En el inicio, Cordero salpica de crítica social –pespuntes de ese racismo subterráneo que habita en la conciencia del ciudadano medio- la andadura del protagonista, aunque pronto dejará de lado la salida melodramática, la densidad psicológica y la incorrección moral en beneficio de un ‘thriller’ hecho para provocar angustia e inquietud en el espectador. Tras un arranque prometedor, ‘Rabia’ adelgaza vertiginosamente y se le ven los agujeros, ensanchados por la debilidad de un guión que aplana y hace verbalizar en exceso a los personajes y una ambiciosa cámara que se pone por encima de las necesidades argumentales.

En ese viaje de un exterior irrespirable a la atmósfera degradada de la mansión en la que se concentra toda la tensión del segundo tramo, ‘Rabia’ conecta con filmes de tono igualmente claustrofóbico aunque más ajustados a códigos genéricos como ‘El habitante incierto’ (Guillem Morales, 2005). Ahí falla el debut de Cordero, en la ausencia de intriga que genera una vez se encierra en el caserón. Progresivamente se hincha de preguntas sin respuesta y asiste en paralelo al desfile de una cadena de personajes secundarios apenas dibujados en ocasiones y en otras innecesarios. A falta de clímax en el epílogo, sustituido por un largo plano secuencia con el que el director deja una imponente huella visual, ‘Rabia’ revela por el lado positivo la poderosísima escena de la fumigación y un sólido elenco resumido en las interpretaciones de Concha Velasco como matriarca con heridas sin cicatrizar y del protagonista, un Gustavo Sánchez Parra carne de futuros galardones.

1 comentario:

Unknown dijo...

Ya cuando el protagonista se enfrenta a los tipos del taller, al inicio de la película, queda claro la torpeza (no hay otra palabra para calificarla) del director a la hora de acercarse desde un punto de vista visceral a la violencia. Le falta garra y energía. Lo de ser estático sólo le funciona a Kitano, y le sale bien porque emplea planos abiertos en los que la acción es fría y distinta, que es lo opuesto a lo que pretende Cordero (creo yo). También se mantiene frío en el thriller, donde faltan planos cortos y un poco más de angustia. Como bien has dicho,la única escena rescatable es la de la fumigación, donde el montaje se vuelve por fun más agresivo.

El problema de Rabia es que adopta un punto de vista demasiado distante y frío de una historia que pide a gritos un tratamiento más cercano, sin empatizar con el protagonista, pero sí acercándose más a ese mar de odio que tiene dentro.

Para acabar, sólo diré que el desenlace de la trama con Álex Brendemhul (no sé cómo se escribe) me pareció muy flojo.

Cuantas más películas veo del Festival éste, menos creible me parece. Tres días ya fue una decepción inmensa.