martes, 14 de abril de 2009

'SI UN ÁRBOL CAE'. Isabel Núñez



CRÍTICA LITERARIA

Obra: 'Si un árbol cae'
Autora: Isabel Núñez
Editorial: Alba
Género: Ensayo literario
Páginas: 365
Año: 2009


LA OTRA TRINCHERA

Acerca del papel de los intelectuales en tiempos de guerra se han derramado toneladas de tinta. La lógica dentro de la irracionalidad que implica un conflicto bélico explica que deberían ser los primeros en dar las señales de alarma, poner sobre aviso y denunciar toda conducta guiada por la violencia. Sobrevuelan todavía los versos del ‘Poema de Beirut' de Mahmud Darwish, "necesaria es la poesía en tiempos de paz, pero más necesaria aún es en tiempos de guerra". Las dos guerras de los Balcanes permitieron poner a estudio la influencia de los intelectuales en la construcción y devenir de un conflicto, con una literatura nacional partida en pedazos y otros autores de talla internacional defendiendo posturas desde trincheras separadas.

Tras un lustro de investigación, lecturas y viajes de ida y vuelta, Isabel Núñez aborda la cuestión en ‘Si un árbol cae' (Alba, 2009), una colección de entrevistas a una larga veintena de autores balcánicos de primer nivel. El balance que se extrae en esa investigación planteada desde un ángulo inédito es profundamente desolador. "Puede que ésta haya sido la única guerra de la historia planeada y dirigida por escritores", sostiene el autor de origen montenegrino Marko Vesovic en referencia, entre otras anotaciones, a la relación que mantenían con la literatura representantes de la política, con Slobodan Milosevic a la cabeza, al igual que su mujer, Mira Markovic, y su mano derecha, Radovan Karadzic, poeta de saldo encumbrado a falta de una crítica especializada de rigor y libre de ataduras.

Isabel Núñez ya había dado pistas de su predilección y conocimiento de los Balcanes al traducir al español una obra imprescindible y dolorosamente veraz como ‘No matarían ni una mosca', de Slavenka Drakulic. La croata, señalada por los medios de su país como una de las cinco ‘brujas del río' por no apoyar las tesis gubernamentales, proporciona alguno de los mejores entrecomillados de ‘Si un árbol cae'. Ejemplifica el valor del escritor que no se rinde y que asume que lo peor de una guerra puede venir después, cuando los focos de la opinión pública internacional ya han dejado de alumbrar a la zona y aflora el victimismo y la negación de la memoria. Drakulic defiende la opinión de que la guerra de los Balcanes fue fruto de la tergiversación y manipulación de la historia y los mitos. Otra escritora croata le replica al decir que exagera al describir los efectos de la contienda en Zagreb. De esta forma, los entrevistados entran en relación, cruzan opiniones, se matizan, apoyan teorías y debilitan otras desde la distancia. En otra decisión bien aprovechada, el libro respira de la avalancha de datos y reflexiones gracias al testimonio del ‘yo' viajero de la autora. Postales descriptivas de trazo rápido y literario, casi instantáneas de segundos, con los que dibuja su paso por las principales ciudades de la ex Yugoslavia, Belgrado, Zagreb, Ljujblana, Pristina y Sarajevo.

Núñez se revela como una entrevistadora idónea, que sabe escuchar, se guarda las preguntas más incisivas para el final y deja que el protagonismo caiga al otro lado de la mesa. Así destapa el perfil de los protagonistas del libro, un conglomerado de voces plurales, cada una dotada de su propia individualidad. Unos vivieron el conflicto desde las mismísimas entrañas. La ensayista croata Grozdana Cvitan empuñó un arma, Marko Vesovic escribía en un intento de aliviar el sufrimiento de la población del Sarajevo asediado y el albano-kosovar Shkelzen Maliqi tuvo que desplazar en Pristina sus inquietudes literarias del ámbito institucional al ‘underground'. Otros reflexionan desde el exilio. El testimonio de Aleksandar Hemon, sarajeviano afincado en Chicago, pulsa otra de las claves cuando describe el estado de desesperanza, cansancio y derrotismo que percibe tras lo sucedido en Bosnia. Todos con algo que decir (sobrecogedora la conversación entre dos niños extraída de una obra del bosnio Ozman Kezbo: "¿Tú con quien vas? ¿En la guerra o en el fútbol?") y que en conjunto aportan su propia visión del conflicto, sin que exista unanimidad en las conclusiones.

Mayoritaria es la opinión que concede una importancia fundamental al discurso nacionalista de Milosevic, apoyado por una élite intelectual y fundado sobre la recuperación de mitos del pasado y la construcción de un enemigo, el ‘otro'. Otras voces hacen referencia a cuestiones territoriales, a la complicidad silenciosa de la población civil y a teorías de raíz antropológica como el enfrentamiento entre la modernidad cosmopolita urbana y la tradición patriarcal del medio rural. La historia es otro factor aludido con reiteración, la falta de conexión que hubo por parte de un presente empeñado en olvidar lo que pasó en la Segunda Mundial.

Caso aparte merece la aportación de Miroslav Toholj, ex ministro de Información de la República Serbia de Bosnia, escritor y editor, único testimonio de los denominados ‘meanies', aquellos creadores implicados en el discurso del odio. Todo un indicativo sociológico que sólo un individuo de este sector respondiera a las peticiones de Isabel Núñez, enfrentada a una entrevista de las que duelen, cara a cara frente a un editor capaz de declarar que la última obra de Karadzic le parecía "un nuevo ‘Ulises' de James Joyce". El poder en manos de otro político que ocupó puestos de relevancia durante las guerras de los Balcanes, un hombre oscuro y adherido a la maquinaria bélica más sangrienta que se dedicaba y apreciaba a la literatura, un dato que devuelve al inicio, la reafirmación a la sentencia de Vesovic que envuelve al conjunto de la obra.

Hay ausencias que se hacen notar, como la del albanés Ismaíl Kadaré, intelectual implicado al máximo en la cuestión kosovar, con obras como ‘Tres cantos fúnebres de Kosovo' y ‘Diario de Kosovo', armadas de una prosa volcánica e incontenible y que puede que deje algo exiguo el capítulo dedicado a esta zona, que se niega a abandonar la actualidad. No lo suficiente, en todo caso, como para desequilibrar el tonelaje de reflexiones de peso esgrimidas por el resto de entrevistados, hábilmente hiladas por Núñez.

A medio camino entre el ensayo sociológico y el reportaje periodístico enraizado con la literatura, la autora toca otros aspectos como el papel jugado por el feminismo de la región a lo largo del siglo XX, el irracional vuelco que se dio del comunismo de Tito a un nacionalismo recalcitrante -un paso que se revela de distancia insignificante-, el daño que la guerra ha producido a la generación que hoy tiene entre 28 y 40 años, aquellos jóvenes de los 90, y la implicación de Europa y Estados Unidos en el conflicto, con juicios tan demoledores como el del poeta esloveno Ales Beljebak: "Si esta guerra no hubiera implicado a musulmanes, Europa hubiera evitado el genocidio".

Tiene un valor añadido ‘Si un árbol cae', un último regalo. Alumbra a una fiable representación de la literatura balcánica, poco traducida y menos leída y que no dejó de producir, al contrario, en sus tiempos más sombríos. Rescata y pone al lector tras la pista de autores cuyas carreras merecen un pormenorizado escrutinio. Valgan los ejemplos de los ya citados Hemon, Drakulic y de Dubravka Ugresic. Aunque, en todos los casos, la lectura seguirá sin despejar los verdaderos motivos que llevaron al desastre a los Balcanes, esa zona de la que Winston Churchill expuso en su momento que producía más historia de la que podía consumir.

(Publicado en www.lacallemayor.net/dyn/cultura/libros/criticas-de-libros/)

10 comentarios:

edu dijo...

¿Cuándo van a dejar de existir estos libros? Bendigo su belleza, pero maldito génesis.

Rafa dijo...

Sí, cierto. El valor en este caso de este tipo de literatura ('No matarían una mosca', de Drakulic, es una obra imprescindible y valiosísma) es incalculable, dejar testimonio de lo que sucedió. Lo de los Balcanes estremece todavía. El mero hecho de que todo ocurriera tan cerca y con tanta impunidad es sobrecogedor. Y lo peor es son todos esos capítulos que quedan por cerrar. Un saludo

edu dijo...

Los capítulos que aún quedan por cerrar y, me temo, los que jamás se cerrarán. Incluso los que ni tan siquiera sabemos que están abiertos. Un saludo, Rafa.
PD: Te sigo leyendo. Y no me aburro para nada...

Unknown dijo...

Realmente entran ganas de leer el libro, tanto por la idea como por la temática. Es triste reconocer que las reflexiones fundadas en el sufrimiento y el odio pueden ser las más interesantes de leer, que no las más acertadas. Puede que sea porque en una sociedad estabilizada casi no hay espacio para el dolor, y cuando no hay dolor, tampoco existe la necesidad de encontrar sus razones y, aún peor, la búsqueda de una felicidad o paz terrenal... Ya está, se me acaba de ir la pinza. Sigo esperando al bueno de Ben.

Unknown dijo...

Realmente entran ganas de leer el libro, tanto por la idea como por la temática. Es triste reconocer que las reflexiones fundadas en el sufrimiento y el odio pueden ser las más interesantes de leer, que no las más acertadas. Puede que sea porque en una sociedad estabilizada casi no hay espacio para el dolor, y cuando no hay dolor, tampoco existe la necesidad de encontrar sus razones y, aún peor, la búsqueda de una felicidad o paz terrenal... Ya está, se me acaba de ir la pinza. Sigo esperando al bueno de Ben.

Rafa dijo...

Hola Edu, un capítulo abierto que desconocemos se localiza actualmente en Macedonia, un polvorín del que apenas llega nada. Como tantos, cierto. Javi, hay un escritor bosnio que cuenta en el libro que sólo se ha sentido vivo dos veces: cuando era un niño y cuando Sarajevo estaba asediado. Nada más. Un testimonio que apunta a lo que dices. El bueno de Ben sigue anclado en un puerto lejano donde han ido a parar tantas ilusiones hechas pedazos y todos aquellos sueños de nunca cumplir. Yo también le espero.

Belnu dijo...

Muchas gracias por su generosa crítica. Sólo una pregunta: ¿Por qué debería haber entrevistado aun escritor de otro país, el albanés (no kosovar, sino de Albania) Mihaíl Kadaré, a quien yo cito varias veces, pero no entrevisto porque no pertenece a la antigua Yugoslavia?
Gracias de nuevo por su atenta lectura de mi libro y sus elogios.
Isabel Núñez

rafa dijo...

Hola Isabel, vaya sorpresa.
Te agradezco el comentario, un detallazo. Disfruté mucho con la lectura, es de esos libros que no deseas que acabe. Tienes razón con lo de Kadaré. Llegué a esa conclusión sin tener en cuenta el aspecto de la nacionalidad, aunque lo conocía. Ciertamente, los libros de Kadaré en los que aborda el tema de Kosovo son directísimos, que me han marcado. No era mi intención en ningún momento criticar esa ausencia ni pontificar sobre qué deberías haber hecho, para nada. Simplemente me pasó que relaciono directamente Kosovo y escritores con Kadaré.

Espero poder saludarte si vienes a Madrid por la Feria del Libro. Un saludo.

Belnu dijo...

Gracias por la aclaración! Entonces lo comprendo perfectamente, de hecho también yo lo leí y cité en varias ocasiones por la misma razón. Y si nos vemos en Madrid (aún no sé si estaré sólo en la caseta de Alba o si firmaré para alguna librería de la feria, ni si será el sábado 30 o el domingo 31, pero te lo diré por si coincidimos) te contaré una razón más. Me alegra mucho tu lectura atenta del libro. Es lo que todos esperamos de una reseña, pero pocas veces ocurre. Unos leen sólo fragmentos y otros necesitan demostrar que ya sabían antes o te dan lecciones o no te aceptan por no ser uno de ellos, etc. Por eso hacen tanta ilusión los críticos que se molestan en leer con atención y sin prejuicios, como Gándara, como A.Hernando, como tú

rafa dijo...

Estaré atento en tu bitácora para ver si te pasas por Madrid. Te agradezco la explicación, me ayuda mucho a tener en cuenta ciertos aspectos de cara al futuro y a intentar seguir mejorando. Desde luego, no dejo de recomendar el libro.
Ufff,ponerme al lado de la gente que citas (Gándara, Hernando) da vértigo. Gracias!