domingo, 8 de marzo de 2009

'ARRUGAS'. Paco Roca



CRÍTICA LITERARIA

Obra: 'Arrugas'
Autor: Paco Roca
Género: Novela Gráfica. Drama.
Editorial: Astiberri
Año: 2008




RETAZOS DE MEMORIA

El prestigio del cómic, nóvela gráfica según acepción predominante en los últimos años, crece como la espuma entre los lectores. Las tres ediciones que lleva gastadas ‘Arrugas’ tras ganar el último Premio Nacional del Cómic lo refrenda y vale para alejar la imagen falseada del espejismo. Desde luego, el libro premiado representa dignamente a una nueva hornada crecida con referentes como Carlos Giménez que, con el imperturbable ‘Paracuellos’, ha dejado de refugiarse en una trinchera poco poblada. Dentro de esa misma línea de realismo social cuyo ánimo no decae entre el consumidor medio de cultura se inscribe ‘Arrugas’, un poético y entrañable acercamiento a una de las coyunturas vitales más amargas a las que conduce la vida, la progresiva degeneración física y mental del ser humano, una vía por la que inevitablemente se debe circular. Paco Roca ha querido ficcionalizar un caso concreto surgido de la suma de experiencias captadas de forma indirecta. Un tema reconocible sobre el que el arte prefiere no ahondar demasiado (“vivimos en una sociedad que no cuida a sus mayores”, dice Clint Eastwood desde sus 78 años), aunque películas como la reciente ‘Lejos de ella’ (Sarah Polley) lleven la contraria. Un guiño a la trama central a este filme, rescatado de un cuento de Alice Munro, es la imagen de un anciano mirando fijamente y a unos metros de distancia a una pareja, la formada por su mujer, que le ha olvidado, y la nueva persona de la que se ha enamorado.

‘Arrugas’ se vive de puertas adentro en una residencia de ancianos, última estación vital y frontera generacional que separa al protagonista, un empleado de banca, de su realidad social más reconocible. Deberá enfrentarse a un entorno que desconoce, a situaciones imprevisibles y, lo peor, a los primeros hachazos de la degeneración senil y el Alzheimer. Uno de los puntos que mayor interés concentra es el uso único de un escenario aparentemente frío e intrascendente como un geriátrico. Roca lo colorea a base de historias que van en paralelo a la principal. Así gana fuerza como generador de vivencias bañadas de sensibilidad como la de Rosario, una de las más potentes del conjunto, una señora que mata el tiempo mirando por la ventana, a la caza del mejor recuerdo que le ha dejado preservar la memoria, un viaje en el Orient Express. Es interesante observar el contraste de la gama cromática, como de la oscuridad de la sala de televisión se pasa al color otoñal y melancólico que domina en las escapadas oníricas de los residentes, válidas para introducir al conjunto de la obra en un código puramente poético.

Roca estructura el argumento sobre las experiencias del ex empleado de banca al que su familia (“estamos muy ocupados en el trabajo”) deja al cuidado de la residencia. Rápidamente ese protagonismo basculará hacia Miguel, el compañero de habitación, el líder en la sombra del centro. De la mano de estos personajes irán saliendo a la palestra todo un ramillete de historias secundarias de mayor o menor alcance. Antonia, la mujer que realiza pequeños hurtos para entregarle el material a su nieto, será el tercer eje del triángulo. El trío protagonizará una escapada fuera de la residencia que recuerda inevitablemente a aquella rebelión que liderara el personaje de Jack Nicholson en ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’.

Junto al desarrollo estructural, una vía principal de la que salen numerosas secundarias perfiladas con máxima brevedad, hay que elogiar la habilidad del autor para hilar viñetas de un valor estético y simbólico potentísimo. La grisácea realidad que describe se relaciona con el color en esa estática secuencia de doce viñetas con las que queda reflejado un día normal en la residencia. Demoledora es la única línea de diálogo con la que culmina la serie: “¿Qué tal el día?”. De esta manera, ‘Arrugas’ no esquiva esa sensación de tristeza crepuscular que embarga la rutina de los residentes en un centro de estas características. Una postura que sí es novedosa es mostrarles con la suficiente fuerza por la que seguir luchando por su dignidad como seres humanos, cada uno desde su propia forma de afrontar los hechos. El mejor resumen lo encarna Miguel, estafador de corto alcance cuya evolución en ayuda de su compañero de habitación deja una apreciable bocanada de sensibilidad, amistad y compañerismo.

‘Arrugas’ se nutre del contraste entre la ternura que desprende la actitud de sus protagonistas –la historia de amor de Dolores y Modesto, el último aquejado de Alzheimer, tocará la fibra del menos sensible- con esa otra más oscura que les coloca en el interior de vidas que para el resto de la sociedad ya están gastadas, un recuento de días y horas al servicio de la nada. Esa combinación incluye algún guiño sangriento que puede parecer fuera de contexto y puesto de relieve con la intención de dar fuerza a la presencia del autor.

“Esto es el tiempo al revés”, sentencia uno de los personajes al percibir la lentitud con la que caen los segundos. Una realidad dura de asumir, sobre la que se escribe poco y dibuja menos, y a la que Paco Roca ha sabido extraerle en apenas un centenar de páginas un valor nada desdeñable al optar por cruzar la visión más amarga y real de los hechos con la posibilidad de que la imaginación y memoria retengan en el lugar más inesperado los mejores recuerdos de una vida.

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