jueves, 2 de octubre de 2008

MULTICINES CISNEROS

Los Multicines Cisneros de Alcalá de Henares se apagan y, de la mano, toda una generación que ha crecido al calor de esta sala de barrio planteada a la antigua usanza. Ha resistido demasiado, más de lo previsto, advertirán los optimistas. El cierre definitivo de los Cisneros, todavía por confirmar, supondría la peor de las noticias para aquellos románticos ajenos a las modas y que resisten el pulso del cine comercial, las macrosalas última generación y las megapantallas hogareñas. Los Cisneros significaban el último reducto para aquellos cinéfilos que conservaban la afición de acudir a un cine de toda la vida, un proyecto suicida en los tiempos que corren, un refugio que siempre te concedía la posibilidad de reconciliarse con el séptimo arte. El espectador le debe tanto a estos multicines que lo único que puede hacer por devolver los servicios prestados durante tantos años es extender la idea de que Alcalá no debe prescindir de un edificio de estas características. Un esfuerzo, por otro lado, de una ingenuidad aplastante, visto el talante, tacto y conocimiento de los ‘gestores’ culturales de la ciudad complutense.

Desde hace unas semanas la cristalera de los céntricos cines está adornada con dos folios que intentan responder de mala manera a la pregunta del motivo por el que siguen cerrados. “Problemas técnicos”, mientras se pueden observar las facturas que el cartero ha depositado tras las rejillas. Los Cisneros, se presumía, no eran rentables. Hay que recapacitar sobre lo sucedido. El único culpable de la situación es el espectador. Nosotros. Nadie más. Y puede que asumirlo haya llegado demasiado tarde.

Probablemente los Cisneros reabran con motivo de la celebración de ALCINE38, del 7 al 15 de noviembre. El festival no puede renunciar a esta instalación, una de sus señas de identidad. Será un espejismo, el último aliento de un moribundo. Nada nuevo, por otra parte. Ya pasó con Madrid Rock, sustituida por una multinacional del tejido en plena Gran Vía, y con tantísimos cines céntricos de la capital, vendidos al mejor postor tras resistir todo lo posible el asedio de los números rojos.

Es el turno de los agradecimientos. Realmente, los Cisneros sólo han sido, que es muchísimo, tres salas que durante años han enseñado a un selecto colectivo de alcalaínos a amar, cuidar, respetar y disfrutar del cine con mayúsculas. Un recuerdo para siempre.

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