domingo, 3 de agosto de 2008

'NADA GRAVE', de Ángel González



CRÍTICA LITERARIA

Obra: 'Nada grave'
Autor: Ángel González
Género: Poesía
Editorial: Visor
Año: 2008



POESÍA DEL CREPÚSCULO


Ángel González
murió y dejó huérfana a una legión de seguidores necesitados de su poesía crepuscular, de la tonalidad difusa con la que describía el amor, de las bocanadas de vitalidad que lanzaba desde un púlpito recubierto de las dosis justas de melancolía. ‘Nada grave' supone el corolario a una trayectoria profundamente coherente, nada fácil si se acumulan tantas décadas ligadas a la escritura. La despedida viene de la mano de un poemario pequeño en extensión y abismal en sentimientos, una suma de palabras que arden ante la cercanía de la muerte, un clavo al que aferrarse ante la suma de desengaños, sufrimientos y mitos caídos que han ido agujereando el alma de un poeta dotado de una sensibilidad especial.
González pide cuentas a la vida ahogado desde la cárcel de la depresión. La interroga, dialoga sin esperar una réplica, explora la levedad del ‘yo' humano y ahonda con la sencillez de siempre en aquellas cuestiones tan profundas que jamás permitirían descubrir sus secretos. Poemas breves, apenas esbozos, que retienen ideas, pensamientos y reflexiones rotundas mediante el verso limpio y fluido tan habitual en la escritura del ovetense. ‘Nada grave' respira tristeza desde la primera a la última palabra, una melancolía unidireccional aliviada por la ironía tan característica del autor, aquí expuesta con cuentagotas si se tiene como referencia el ejemplar ‘Otoño y otras luces' (2001), salvo destellos como la travesura de ‘Vista cansada', un mismo poema de dos caras. Porque lo que realmente subyace dentro de la brevedad de esta obra póstuma es la certeza de un adiós definitivo que se aproxima raudo.
La lectura, tan desoladoramente efímera, va aumentando el tono crepuscular conforme pasan las páginas. Al final se llega a unos versos que esculpen la medida perfecta del poemario. Los alberga ‘Caída': "Me duele sólo el alma. / Nada grave'". Antes de descubrirse por completo, ‘Nada grave' transita con extenuación por el opresivo terreno del pesimismo. A veces se muestra con elegancia, fino, exquisito, como en ‘Por raro que parezca'. Otras lo hace a cara descubierta, el caso de ‘Una sombra', en el que González verifica el poder contagioso del desolado: "Y acabó ensombreciendo cuanto la rodeaba".
Por la breve extensión tanto de los poemas como del libro en general, ‘Nada grave' deja la sensación de poemario inacabado al que se le puede achacar la falta de una mayor coherencia que fortalezca su nudo argumental. Apunta alto, poesía poderosa colmada de términos rotundos, aunque se queda corto en cuanto al efecto final conseguido. Una despedida, pese a lo exiguo del contenido, por todo lo alto. Los poemas breves, apenas reflexiones instantáneas y personales, dicen mucho más que las extensas parrafadas, sean en verso o prosa, de la mayoría de autores con los que Ángel González compartió espacio en la literatura hispánica contemporánea, un campo en el que el ovetense quedará como todo un referente para futuras generaciones de poetas y lectores, desafortunadamente, ya desasistidas en vivo de su sabio magisterio.

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