lunes, 3 de diciembre de 2007

'COMO PIEDRAS'. Tierna infancia

CRÍTICA DE TEATRO

'Como piedras'
Autor: Jesús Muñoz
Compañía: El Pont Flotant
Escenario: Teatro Moderno (Guadalajara). 30 de noviembre de 2007

La cima de la felicidad se alcanza en la infancia. Déjense de estudios, análisis sociológicos y baremos estadísticos para comprobarlo a pie de escenario, con documentación y actitudes verídicas. La teoría la defiende con vehemencia vocal y corporal la joven compañía valenciana El Pont Flotant a través la simpática, ligera e irregular ‘Como Piedras’, caparazón duro de sentimientos desperdigados y posteriormente reunificados con la ayuda de un extra de sensiblería familiar.

Robustos hilos de amistad generacional alimentan el esfuerzo interpretativo del trío de actores, cómodos en un papel cuyo armazón textual dominan de antemano. Tras el leve ejercicio catártico y simbólico de silencios que inaugura la función, ponen a disposición del espectáculo su propia biografía. Destapan del pasado lo vivido, que en gente que no ha entrado en la madurez se resume en la infancia y adolescencia. Un punto de partida sabroso y apoyado por una escenografía acorde a lo buscado, premeditadamente desgastada por el imparable transcurrir del tiempo.

Lo contado, sujeto por sólidos andamiajes creativos, deviene a continuación en una melancólica exposición de situaciones de perfil cómico a las que se añaden excursiones que lindan lo real. Hay chispazos brillantes, como ese intercambio de golpes luminosos entre dos púgiles armados de mecheros. Llegan con retraso, cuando la función se ha dirigido a parcelas de autor. Juegos entre conocidos que agrandan la brecha con el asistente, situado fuera de esos corrillos de acceso privado que se denominan familia, y con un tonelaje menor, amistad. ‘Como piedras’, artilugio ‘peterpaniano’ de blandas intenciones, va perdiendo fuelle vistas las limitaciones de un alcance sometido al yugo de lo excesivamente personal. Con apenas tres décadas, apelar a la nostalgia de lo vivido despreciando a lo que espera por delante, llámese futuro, suena a reclamación demasiado forzada y de una ingenuidad notoria.

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