lunes, 25 de diciembre de 2006

'EL CAMINO DE LOS INGLESES'. Con valentía (***)

CRÍTICA DE CINE

Extasiado se sale del cine después de haber contemplado durante dos horas el fascinante ejercicio de artesanía visual que regala Antonio Banderas. Hay en el intérprete de 'El Zorro' un cineasta con sensibilidad y provisto de una marcada vena poética. Un hombre con la suficiente inteligencia como para mirar atrás, llegar hasta la juventud, y divisar desde la distancia y la nostalgia esa línea que le separó de llevar una vida común en su Málaga natal a triunfar en la meca del dinero y la fama, Hollywood.
'El camino de los ingleses', efervescentemente metafórica, habla de eso y más. Del tránsito tanto hormonal como espiritual que se experimenta en el paso de la juventud a la madurez. De ese camino plagado de baches que es la vida. El hecho de apostar por un cine cercano a lo experimental y onírico, a lo Terrence Malick en 'La delgada línea roja', ahuyentará a muchos espectadores, pero reconfortará a un sector claramente más minoritario. Película exigente y de digestión lenta, 'El camino de los ingleses' responde a una necesidad personal de su creador. Nada condescendiente con el público ni con el lector de la novela de Antonio Soler, el segundo trabajo en la dirección de Banderas le posiciona como un director valiente y con una mirada fuera de lo común. Para el recuerdo, por si fuera poco, un Raúl Arévalo fabuloso encarnando a Babirusa, un personaje con mil matices, y un imponente epílogo a ritmo de jazz.

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