viernes, 27 de octubre de 2006

'CUANDO UNO QUIERE Y EL OTRO NO'. Emotiva sencillez

CRÍTICA DE DANZA

'Cuando uno quiere y el otro no', de Marco Vargas y Chloé Brûlé-Dauphin
Escenario: Corral de Comedias (Alcalá de Henares). 27 de octubre de 2006

Resulta agradable encontrarse con un montaje dancístico como 'Cuando uno quiere y el otro no'. Lejos de la pretenciosidad, la espectacularidad y el excesivo alarde de medios que caracterizan a muchas compañías, el sevillano Marco Vargas y la canadiense Chloé Brûlé-Dauphin han fabricado un espectáculo amable, directo y apto para todos los públicos. Todo un acierto para una propuesta que hace de la sencillez su mejor carta de presentación.
Los encuentros y desencuentros que jalonan una relación de pareja se convierten en el eje conductor de ‘Cuando uno quiere y el otro no’. El montaje cuenta con elementos teatrales, pero no comete el error de intentar contar una historia elaborada y compleja. Sus creadores se limitan a dibujar las sensaciones, los periodos de cambio y los sentimientos cruzados que aparecen cuando entra en juego la difícil y arriesgada convivencia.
El espectáculo se apoya en una base netamente flamenca, género al que Vargas y Brûlé-Dauphin siempre han estado ligados. Sin embargo, el purismo deja paso a la fusión, la experimentación y la incorporación de elementos alejados de la ortodoxia. Es precisamente cuando aparece en escena la vertiente más tradicional, acompañada de la voz de Juan José Amador, cuando la pieza sufre un irremisible descenso. La labor del cantaor resulta meritoria, pero su presencia sobre las tablas no termina de encajar en el desarrollo del montaje y su figura se asemeja a la de un extraño perdido en medio de la complicidad. La segunda mitad del espectáculo ofrece los momentos más destacados, en los que el flamenco inicial deja paso a los sonidos clásicos y contemporáneos. Mención especial merecen las escenas desarrolladas en torno a una mesa convertida en acertado testigo mudo de los conflictos amorosos. Lástima que la excelente 'Ne me quitte pas' de Jacques Brel, uno de los mejores instantes de esta ‘Cuando uno quiere y el otro no’, no se resuelva correctamente.
Es posible que los movimientos de Vargas y Brûlé-Dauphin no destaquen por la elegancia que caracteriza a los bailarines de danza clásica. Tampoco tienen el ritmo exagerado de las coreografías latinas ni la cuidada sensualidad de los sonidos árabes, pero su expresividad y frescura racial consiguen transmitir emociones y provocar una sonrisa de complicidad al final del espectáculo. Y eso es más que suficiente.

(MM)

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