jueves, 2 de marzo de 2006

'TRUMAN CAPOTE'. Las miserias del creador. (***)

CRÍTICA DE CINE

Ni en el mejor de sus sueños podía imaginar Bennett Miller que su debut en la dirección alcanzase el reconocimiento unánime de la crítica especializada y del público. Mucho menos que su pequeña y humilde película, un trabajo sustentado en la valía de sus actores y en el poder sugestivo de una cámara inteligente, pelease con 'Munich', 'Brokeback Mountain' o 'Crash' por el Oscar a la mejor película o que él mismo, optase a ser mejor director compitiendo con el legendario Steven Spielberg o con valores emergentes como George Clooney o Paul Haggis.
'Truman Capote' se ha colado en la zona reservada al éxito con sutileza y en silencio. No es un biopic al uso, ni tampoco una recreación parcial de uno de los pasajes más importantes de la vida del escritor. El 'Truman Capote' de Miller huye de los tópicos (traumas infantiles, alcoholismo) como la peste. Mediante suaves metáforas fáciles de captar para el cinéfilo prevenido, esquiva entrar en los problemas con las drogas y la bebida del protagonista, un ser contradictorio, adjetivo que define a la perfección esta película.


El guión no profundiza en ningún aspecto. Deja ese trabajo a los actores, a la interpretación del público, al que exige un trabajo de visualización importante. Ni juzga, ni valora ni entra en detalles irrelevantes de la vida de Truman Capote. Miller perfila su carácter con maestría. En una escena que no dura más de un minuto se puede captar la egolatría y soberbia que impregnó a este artista. En una mirada a un vaso es posible adivinar sus problemas con el alcohol. En un breve intercambio de palabras se aprecia el respeto y el cariño, que no amor –Capote sólo vivió enamorado de sí mismo–, que sintió hacia uno de los asesinos que le estaban ayudando a escribir 'A sangre fría'. Mérito de un guión inteligentísimo y de una actuación superlativa de Philip Seymour Hoffman, actor que se ha sacudido el cartel de eterno segundón en la sombra.
'Truman Capote' se centra en los sucesos que basaron la célebre novela 'A sangre fría'. El escritor, acompañado por su amiga del alma Harper Lee (una sobria Catherine Keener), viaja al lugar de la tragedia y conoce a los responsables del asesinato de una familia de clase media. A partir de ahí, Capote participa en un doble juego: el de sus sentimientos y el del libro que sabe que le va a dar la fama. El desarrollo de la película es un tiovivo de emociones no desatadas. Por un lado está la especial relación que une al escritor con uno de los condenados a muerte. En el otro está su alma corrompida de creador sin escrúpulos. Mientras escribe 'A sangre fría' su carácter sufre cambios y en su interior se desatan pasiones extremas. Y Bennett Miller lo filma todo con máximo cuidado, con tanto que casi las hace imperceptibles.

Película de actores que antepone la importancia de los personajes a la trama, el estreno de Bennett Miller le coloca directamente al nivel de otros debutantes en los últimos tiempos como Paul Haggis ('Crash') o el mismísimo George Clooney, con cuya 'Buenas noches y buena suerte' se puede emparentar en cierta manera esta 'Capote', una nueva lección de cine con aroma clásico.

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