viernes, 24 de febrero de 2006

'BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE'. Periodismo y verdad (**)

CRÍTICA DE CINE

Una de las máximas del periodismo es la búsqueda de la verdad. El deber de cumplir una función social, de ejercer de contrapeso al implacable poder. Maniatado por los intereses económicos, los egos inflados, la soberbia y la mediocridad,el periodismo actual se ha olvidado de esa regla de oro, de ese principio fundacional que bordea la desaparición. Faltan personajes íntegros como Edward F. Murrow, reportero estrella de la CBS, célebre por su crudísimo enfrentamiento con el senador McCarty, martillo de comunistas y adalid de la caza de brujas que se vivió en Estados Unidos a principios de la década de los 50.

Murrow fue un líder, también un patriota, un periodista ejemplar capaz de pagar de su bolsillo la publicidad de su programa para que siguiera existiendo. Un hombre consciente de la influencia de los medios en una época en la que sólo tres televisiones daban cobertura a todo Estados Unidos. En su formidable discurso de 1958, pasado el temporal, principio y fin de la película, radica el objetivo de estagélida tesis sobre la verdad y el periodismo que ha edificado George Clooney.

'Buenas noches y buena suerte' no trata de reconstruir la vida de Murrow. La puesta en escena es tan austera como concisa, un ejemplo de contención mayúsculo. El guión apenas perfila a los personajes y a la propia historia, por lo que exige al asistente un conocimiento previo de la trama, imprescindible para no caer en el tedio más absoluto que pueden provocar las películas en las que no existe acción ni emoción, trabajos en los que el cine pierde su condición de espectáculo. La cinta se centra, utilizando discursos comedidos y fugaces aunque con una precisión elogiable, en las semanas en las que Murrow y Joseph McCarthy protagonizaron un visceral choque. 'Buenas noches y buenas suerte' es un ejercicio de tesis personal dificilísimo, un documental ficcionado, con un poderoso David Strathairn, pero que en su conjunto resulta distante. Una propuesta noble pero excesivamente fría y lejana.

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