martes, 22 de julio de 2014

'TURBIO'. Derrumbe, asfixia y coherencia



CRÍTICA LITERARIA

'Turbio'
Autor: Iván Cerdán Bermúdez
Editorial: Huerga y Fierro
Páginas: 106
Año: 2014



Agitador cultural, involucrado en mil proyectos y con la mente hirviendo ideas y trazando colaboraciones, Iván Cerdán se estrena en la narrativa con ‘Turbio’. Su primera novela vale para cercar las obsesiones del autor madrileño. A ‘Turbio’ no le hace falta una extensión llamativa para fijar una parcela en la que caben influencias muy reconocibles. Y la primera que viene es Phillip Roth. Porque ‘Turbio’ es lo que proclama el título, un protagonista, Andreas, casi único encerrado en sus obsesiones y angustias más íntimas, a lo David Kepesh, a veces más cercano al Simon Axler de ‘Humillación’. En su fugaz lectura (106 páginas) ‘Turbio’ da lo que promete y más. Sumerge al lector en una atmósfera densa, casi insoportable y que deja sin respiro, en clara contradicción con la Marbella estival, amable y de cielo limpio en la que acontece. La prosa es fluida y directa, frases cortas y que cortan, incluso duelen. Cerdán agría más todavía esta historia de un profesor universitario que desea reconducir su vida con la inclusión de citas del escritor rumano Emil Cioran,  en sintonía con la oscuridad que desprende el conjunto. El que anhele esperanza, aunque sea un pellizco, deberá buscar en otras páginas.

Las referencias que se recopilan en las páginas de ‘Turbio’ son tan variadas como opuestas. Andreas lee a Cioran y parece guardar en la memoria el visionado de películas como ‘Las horas del día’ (Jaime Rosales), pero también se divierte con la saga de James Bond. Incluso imagina en uno de sus chapuzones encontrarse con el tiburón salido de las fauces de Spielberg. Ninguna cita es gratuita, apoyan al imaginario del autor y todas contribuyen en la construcción de un personaje poderoso y de una atmósfera enrarecida. Andreas vive en ese pantanoso terreno que hay entre la realidad y la ficción, con miedo de apoyar el pie en una de las dos zanjas y desnivelar definitivamente su rumbo. Alrededor se mueven una serie de personajes secundarios, algunos apenas esbozados, aunque necesarios para comprender el derrumbe emocional y físico del protagonista. Todo se mueve en esta historia al compás de los pensamientos –y acciones, ‘Turbio’ no es en absoluto una novela estática- de Andreas, plasmados en un diario escrito con la intención de ser publicado, en un sencillo ejercicio de metaliteratura que dota todavía de mayor interés a la lectura.

‘Turbio’ es, en definitiva’, esa pequeña pieza que encaja allá donde se la coloque, porque su disposición narrativa, estilo y propósitos tienen coherencia, que no es poco en un panorama literario como el actual, rendido tantas veces a lo exuberante y al deseo de agradar y llamar la atención, y más tratándose de primeras obras.

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