jueves, 11 de septiembre de 2008

'URTAIN', EL ÚLTIMO ASALTO DEL MITO CAÍDO

'Urtain', del 25 de septiembre al 2 de noviembre. Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán de Madrid.

PREVIA

Hace tiempo que Animalario dejó de ser una compañía que malvivía en un cómodo anonimato. Llegaron los premios, una cascada de elogios y el encumbramiento definitivo. Una catarsis que se asomó con ‘Alejandro y Ana’, se solidificó con ‘Últimas palabras de Copito de Nieve’, tocó techo con ‘Hamelin’ y se corroboró con ‘Marat Sade’. La posterior ‘Argelino, servidor de dos amos’ quedó así como el grito, puede que estéril, que proclamaba que la irreverencia y el posicionamiento ideológico seguían siendo señas de identidad de la compañía. La reivindicación sonó con exceso de potencia salida del altavoz plantado por Alberto San Juan en el mísero personaje arlequinesco de Javier Gutiérrez.

‘Urtain’ es el siguiente paso de la compañía. Andrés Lima retoma la varita mágica tras un escarceo con el género lírico y una triunfal y poco mediática estancia en París. El texto lo firma Juan Cavestany, autor a reivindicar en el panorama creativo del país. Una vuelta a los primeros pasos de la compañía una vez introducida en la ruleta de la opinión pública. Del desbordante humor saturado de ácido indigesto característico en la escritura de Cavestany salieron escenas de la memorable sátira ‘Alejandro y Ana’. A su invención se debe, ya en el cine, el guión de ‘Los Lobos de Washington’, un filme a recuperar. Peor resultado han obtenido sus incursiones en la dirección. La última, la defenestrada por la crítica aunque recuperable ‘Gente de mala calidad’. ‘Urtain’ bebe del celuloide, sale de un proyecto cinematográfico frustrado. Quedó del trasvase de géneros un laborioso trabajo de documentación y la idea, manifestada por el propio autor, sobre la que hacer girar el sentido del texto dramático, el viaje “a través de una España que se mueve por un camino marcado por la sangre y la política, el destino y la fabricación, la inocencia y la mentira, el deseo atormentado y la posibilidad siempre fugaz del éxito”.

Un material que en manos de Animalario se aventura prometedor. La suma es explosiva: la biografía de un mito caído en el olvido, la radiografía de un país instalado en una opresiva grisura, y el encuentro con un deporte, el boxeo, coto en el que confluyen épica, poética y violencia. Tanto hallazgo propenso a la interpretación corre el riesgo de desequilibrarse en uno de esos excesos a los que es tan proclive Animalario. Una baza favorable procederá de la labor de un reparto granítico, capitaneado por un Roberto Álamo transfigurado en el Urtain real. Su transformación física se asemeja a la sufrida por Christian Bale en ‘El maquinista’ o Tom Hanks en ‘Náufrago’. Ha modificado su fisonomía, kilos de musculatura, para aproximarse lo más posible al rotundo aspecto del Morrosko de Cestona, sobrenombre que acompañó a Urtain en los cuadriláteros.

Animalario quiere sujetar la función por el vértice biográfico y sociológico. De lo primero se encarga el propio discurrir de los acontecimientos que marcaron la vida de Urtain. El ascenso al estrellato, la conversión del futuro peón de albañil en ejemplo a seguir, las victorias que se iban sucediendo, el campeonato europeo, la pérdida del trono en Wembley y la posterior caída libre hasta derivar en la bancarrota económica y anímica. Urtain se suicidó cuatro días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, el evento que iba a impulsar definitivamente a España lejos de un pasado olvidable. Así se enlaza con el otro factor determinante del montaje, el retrato de esa España sumida en las tinieblas de la dictadura y transición.

La representación se ha dividido en ocho actos leídos como asaltos de un combate pugilístico. Lima la ha rodeado de un continuo trasiego de apuntes musicales y sociales de la época. Por el ring pasean personajes habituales la década de los 60 y 70, como los periodistas José María García y Manuel Alcántara, el también boxeador Pedro Carrasco y el cantante Raphael. Una España de otro tiempo, la de los combates en blanco y negro, la forjadora de mitos que luego cayeron en el olvido.

Mientras mantiene ‘Argelino, servidor de dos amos’ de gira por los escenarios del país, Animalario pondrá en escena ‘Urtain’ del 25 de septiembre al 2 de noviembre en un recinto acondicionado para espectáculos de pequeño formato. El Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional cederá la Sala Francisco Nieva para las representaciones de la compañía madrileña, de martes a sábado a las 20.30 horas y los domingos a las 19.30. Las entradas ya están a la venta por precios que oscilan entre los 10 y 15 euros.

‘Urtain’ es una coproducción del Centro Dramático Nacional y Animalario con dirección de Andrés Lima, escenografía y vestuario de Beatriz San Juan, música de Nick Powell e iluminación de Valentín Álvarez y Pedro Yagüe. En el reparto, además del citado Roberto Álamo, figuran un Raúl Arévalo que debuta en la compañía, Luis Bermejo, Luis Callejo, María Morales, Alberto San Juan, Alfonso Lara y Estefanía de los Santos.
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