viernes, 20 de octubre de 2006

'HAZME REÍR'. Inocencia

CRÍTICA DE TEATRO

'Hazme reír'
Dramaturgia y dirección: Marta Torres
Compañía: Teatro de Malta
Reparto: Jesús Blanco, Oti Manzano, Paloma Vidal, Yaël Belicha
Escenario: Teatro Moderno (Guadalajara). 20 de octubre de 2006

Un divertimento efectivo y que fluye a una velocidad endiablada, sin mucha carga de profundidad y aliñado de unas cuantas gotas de comodón compromiso político es el perfil que dibuja esta 'Hazme reír' de la compañía albaceteña Teatro de Malta.
El montaje diseñado por Marta Torres se ciñe a las características básicas del comportamiento demostrado en los últimos tiempos por la compañía. 'Hazme reír' es ingeniosa, ágil y graciosa, con una estudiada puesta en escena y con unos números musicales que encajan sin dificultad en el desarrollo humorístico de la obra. Pierde relieve, por otro lado, en su estructura dramática, en ese mensaje tan poderoso y a la vez tan inocente que busca hacer llegar a la platea.
La Guerra de Irak y la Guerra Civil española son los fondos por los que se manejan verbalmente esos cuatro clowns aparentemente inocentes. Ahí es cuando se desencadenan los tópicos y las ideas que, de tan fáciles, se quedan en fuegos de artificio. La mujer ‘roja’ muere a manos de las hordas del fascismo. De fondo se escuchan, caricaturizadas, las voces de los principales mandos militares nacionales. Muy repititivo. ¿No habíamos quedado que en la Guerra, con mayúsculas, no hay buenos ni malos? El público escucha lo que quiere y todos tan felices. Como cuando uno de los personajes habla del miedo. ¿Será comparable nuestro miedo al que se pueda vivir en un país ocupado?
Pero discursos ideológicos aparte, 'Hazme reír' goza de una construcción bien sustentada. La pieza se ve sin dificultades, se disfruta, y bastante en momentos esporádicos, y tiene buenas ocurrencias como ese final al ritmo de la canción de Seguridad Social que el pasado verano machacó los oídos del espectador televisivo debido a una impulsiva campaña publicitaria. Al grito de "la guerra es maravillosa" empieza y acaba una función que, por recurrente en su temática, estropea una parte importante de su potencial escénico.

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