martes, 9 de mayo de 2006

'EL COLOR DEL CRIMEN'. Cuesta abajo (*)

CRÍTICA DE CINE

¿Qué ha querido hacer Joe Roth en 'El color del crimen'? Pasadas las dos horas de proyección, digeridas y puestas en discusión, uno sigue sin entender absolutamente nada. ¿Por qué demonios llegan megapublicitadas a Europa películas de estas características que no aportan nada más que una ración repugnante de moralina barata?

A fin de cuentas, lo único comprensible que tiene esta deplorable 'El color del crimen' es la presencia de Samuel L. Jackson al frente del reparto, con la inestimable ayuda de la antaño respetable Julianne Moore. A estas alturas, que Jackson forme parte del elenco interpretativo no significa que la película cumpla con un nivel exigible de calidad. Al contrario. Hiperactivo en los últimos años, Samuel L. Jackson no se fija en los papeles que le ofrecen. Lo único que le importa es trabajar, de cualquier manera. Su inspector Lorenzo Council de 'El color del crimen' es indefendible. Como el resto de personajes sin rasgos definidos que pululan por esta película.
¿Drama social, thriller o terror? Las tres cosas y ninguna al mismo tiempo. En 'El color del crimen' hay varias películas en una. Esta circunstancia sería meritoria si Joe Roth, con una reprobable filmografía cómica a sus espaldas, hubiera conseguido encajar el puzzle que proponía. Lo que ha quedado después de su trabajo es un largometraje que en sus momentos de mayor intensidad (la confesión de Julianne Moore) lo único que provoca son risas de vergüenza ajena.
El tema del racismo que pervive en ciertas zonas de Estados Unidos es sólo un esbozo apenas perfilado y tratado sin rigor por Roth, una lástima porque prometía después de un esperanzador prólogo. Se queda el director con una extraña mezcla, que aliña con unos personajes (¿quiénes son esas mujeres que aparecen al final?) que se mueven fuera de toda lógica.

Si el trabajo en la dirección de Joe Roth deja bastante que desear, peor es el del guionista Richard Price. Se da la circunstancia, poco habitual, que 'El color del crimen' está basada en una novela del propio Price, que se ha tomado la delicadeza de adaptar a la gran pantalla su libro. Los discursos moralistas, proestadounidenses y conservadores abundan durante la proyección, dejando la sensación de estar asistiendo a una especie de lavado de cerebro. En eso hay que tener cuidado, porque bajo la apariencia de un drama con toques de terror se esconde una película que propaga una peligrosa moralina religiosa y capitalista, misión principal, al parecer, de este tipo de engendros que desprecian al cine.

Hubo un tiempo en el que Samuel L. Jackson era un actor de culto. Fue cuando encadenó películas como 'Aulas turbulentas' (Spike Lee), 'Melodía de seducción' (con Al Pacino), 'Uno de los nuestros' (Martin Scorsese) o 'Pulp Fiction' (Quentin Tarantino). Esos tiempos han quedado en el olvido. Ahora si se lee su nombre como miembro del reparto eso sólo puede significar mínima calidad. Si no, contemplen la turbia filmografía del actor en los últimos cinco años. Cuesta abajo y sin frenos.

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