viernes, 25 de agosto de 2006

JOAQUÍN SABINA. Impartiendo doctrina

CONCIERTO

Joaquín Sabina
Grupo: Olga Román, Pancho Varona, Antonio García de Diego, Pedro Barceló y Jaime Asúa
Escenario: Huerta del Palacio Arzobispal (Alcalá de Henares). 22 de agosto de 2006


Hablar de Joaquín Sabina es referirse a la poesía de barra de bar, a los ripios creados a base de tragos de ron y a las madrugadas de creatividad solitaria en un piso de Tirso de Molina. Casi tres décadas después de la publicación de su primer álbum, ese ‘Inventario’ al que siempre ha considerado un hijo bastardo en medio de su selecta discografía, continúa sobre los escenarios con el mismo carisma rebelde y canalla. Atrás quedan apagones personales, polémicas mediáticas y críticas infundadas. En su actuación alcalaína, el de Úbeda volvió a impartir doctrina.
Pasaban diez minutos de las 22.30 cuando un Sabina con aspecto de juglar bohemio y urbano pisó las tablas de la Huerta del Obispo. Desgarbado, contradictorio e indiscutiblemente profesional, el jienense desterró pronto las dudas de los más incrédulos. Su voz no se quebró y fue adquiriendo el timbre necesario para ofrecer dos horas y cuarto de canciones imborrables y versos eternos.
El concierto de Alcalá, esa concurrida antesala de Las Ventas que está “tan cerquita del foro”, se inauguró con la esperada ‘Aves de paso’, a la que tomaron el relevo la ya imprescindible ‘Ahora que…’ y ‘Esta noche contigo’, que sonó espléndida en esa cercana y abrumadora versión eléctrica.
El repertorio de esta ‘Carretera y Top Manta’ no distó mucho de la anterior propuesta acústica de la ‘Gira Ultramarina’. El eje central del concierto de la Huerta del Palacio Arzobispal incluyó algunas de esas canciones que han logrado ganarse la privilegiada etiqueta de insustituibles, como ‘Princesa’, ‘¿Quién me ha robado el mes de abril?’, ‘Contigo’, ‘Peor para el sol’, ‘19 días y 500 noches’, ‘Calle melancolía’ o la teatral y encantadoramente indecente ‘Una canción para la Magdalena’.
Las principales novedades aparecieron de la mano de la vertiente más eléctrica del recital, encabezada por dos himnos –‘Conductores suicidas’ y ‘La del pirata cojo’- incluidos en esa joya discográfica que es ‘Física y Química’. Los regalos para los incondicionales llegaron con los sonidos de algunas de esas rarezas a la espera de ser recuperadas, entre las que destacaron la infravalorada ‘Mentiras piadosas’ o esa pincelada entrañable que fue, es y seguirá siendo ‘Caballo de cartón’.
‘Alivio de luto’ apareció sólo de puntillas. El último trabajo de Sabina no ha calado hondo entre sus seguidores y únicamente ‘Resumiendo’, ‘Nube negra’, ‘Pie de guerra’ y ‘Pájaros de Portugal’, pieza que ha logrado hacerse un justo hueco entre los temas imprescindibles del cancionero sabiniano, lograron colarse en el disputado repertorio.
Entre las apariciones de sus fieles acompañantes destacó la de esa diva dulce y frágil que es Olga Román, que inauguró la interpretación coral de la ‘Marilyn Monroe’ de Alarma!!! y encandiló una vez más con esa maravillosa copla que dio paso a ‘Y sin embargo’. Jaime Asúa se atrevió a sustituir a la voz de Fito Páez en ‘Llueve sobre mojado’, Antonio García de Diego volvió a demostrar que es capaz de superar a Sabina con esa joya escondida que es ‘A la orilla de la chimenea’ y el genial Pancho Varona defendió su ya consolidada versión eléctrica de ‘Esta boca es mía’ antes de cambiar su vestimenta por una sotana “muy arzobispal”.
Dos horas después de los primeros compases del concierto, la eficaz fusión de ‘Noches de boda’ y ‘Y nos dieron las diez’ puso el sobresaliente punto y final. Los asistentes se fueron a dormir mientras se escuchaban de fondo las notas de ‘Pastillas para no soñar’. Un lujo para el oído y el alma.

(MM)

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