CONCIERTO
Ariel Rot
Estilo: Rock
Escenario: Huerto de los Leones (Alcalá de Henares). 22 de agosto de 2006
Ariel Rot
Estilo: Rock
Escenario: Huerto de los Leones (Alcalá de Henares). 22 de agosto de 2006
Ariel Rot, como el rock, como ese buen vino que tanto aprecia, como su propio estilo, ha ido madurando con el paso de los años. Viejo ídolo de quinceañeras elevado a la categoría de sex symbol, el hispanoargentino pisa ahora por la otra cara de la música. La de la supervivencia, la de la pelea por la edición de un nuevo álbum, la de las dificultades por cuadrar una gira y contratar una formación estable.
No lo tiene fácil la potente, elegante y adulta maquinaria de rock and roll que maneja con sabiduría el ex Tequila y ex Rodríguez. Parte de su repertorio no logra llegar al gran público y, cosas de la edad, que no perdona, le falta un plus de ingenuidad juvenil, esa chispa que tanto se envidiaba en tiempos pasados. Pero con lo que tiene, que no es poco, le basta para impartir lecciones de dignidad y coherencia sobre el escenario. Porque Ariel Rot, de lo que puede presumir es de tener canciones, canciones y más canciones. Con Los Rodríguez y en solitario, reconocibles y en mayúsculas.
Músico de corto y largo recorrido, en Alcalá de Henares fabricó el pasado martes una velada notable. Buen gusto el del hispanoargentino, que se adaptó perfectamente a la dinámica de un concierto muy íntimo, más de lo deseado por culpa de la machacona ignorancia de los políticos dedicados a potenciar, un decir, la faceta cultural. Hacer coincidir a Ariel Rot con Joaquín Sabina en dos escenarios prácticamente vecinos y casi a la misma hora no puede recibir otro nombre. O Rot o Sabina, pero imposible ver a los dos. Contraprogramación musical. Algo estúpido si se tiene en cuenta que no hay más conciertos de semejante calibre a lo largo del año en la ciudad. El que más lo notó fue el creador de ‘Dulce condena’, que vio como su público se quedó compuesto por un escaso núcleo de irreductibles seguidores. Pocos, pero afortunados. Una soledad que no le es desconocida, por otra parte.
A Ariel Rot no le importó. Él, a lo suyo. A impartir lecciones con una de esas guitarras que conversan amigablemente con el personal, poses clásicas incluidas. A emocionar con una voz quebradiza y angulosa que mejora sus prestaciones con el paso de las años. A exhibir a una banda pletórica, divertida, nada cansina y sin ínfulas de exhibicionismo. Y a repartir emoción a través de un repertorio ideado con inteligencia. Canciones hubo de todo tipo. De la última hornada, como las notables ‘Ahora piden tu cabeza’ y ‘Los tipos duros no bailan’. De tiempos no tan lejanos, caso de la vibrante ‘Lo siento, Frank’ y de traca una ración nada desestimable de temas de Los Rodríguez, con ‘Milonga del marinero y el capitán’, ‘Me estás atrapando otra vez’ y ‘Mucho mejor’, todas defendidas con una frescura difícil de ver.
Un festín por todo lo alto, de sobresaliente. Y no faltó tampoco a la cita el recuerdo emocionante al recientemente fallecido Guillermo Martín, legendario guitarrista con el que Ariel Rot compartió escenario y amistad. Como tantos otros muchos que, desde lo barrera, lo hicieron a través de sus inolvidables punteos.
No lo tiene fácil la potente, elegante y adulta maquinaria de rock and roll que maneja con sabiduría el ex Tequila y ex Rodríguez. Parte de su repertorio no logra llegar al gran público y, cosas de la edad, que no perdona, le falta un plus de ingenuidad juvenil, esa chispa que tanto se envidiaba en tiempos pasados. Pero con lo que tiene, que no es poco, le basta para impartir lecciones de dignidad y coherencia sobre el escenario. Porque Ariel Rot, de lo que puede presumir es de tener canciones, canciones y más canciones. Con Los Rodríguez y en solitario, reconocibles y en mayúsculas.
Músico de corto y largo recorrido, en Alcalá de Henares fabricó el pasado martes una velada notable. Buen gusto el del hispanoargentino, que se adaptó perfectamente a la dinámica de un concierto muy íntimo, más de lo deseado por culpa de la machacona ignorancia de los políticos dedicados a potenciar, un decir, la faceta cultural. Hacer coincidir a Ariel Rot con Joaquín Sabina en dos escenarios prácticamente vecinos y casi a la misma hora no puede recibir otro nombre. O Rot o Sabina, pero imposible ver a los dos. Contraprogramación musical. Algo estúpido si se tiene en cuenta que no hay más conciertos de semejante calibre a lo largo del año en la ciudad. El que más lo notó fue el creador de ‘Dulce condena’, que vio como su público se quedó compuesto por un escaso núcleo de irreductibles seguidores. Pocos, pero afortunados. Una soledad que no le es desconocida, por otra parte.
A Ariel Rot no le importó. Él, a lo suyo. A impartir lecciones con una de esas guitarras que conversan amigablemente con el personal, poses clásicas incluidas. A emocionar con una voz quebradiza y angulosa que mejora sus prestaciones con el paso de las años. A exhibir a una banda pletórica, divertida, nada cansina y sin ínfulas de exhibicionismo. Y a repartir emoción a través de un repertorio ideado con inteligencia. Canciones hubo de todo tipo. De la última hornada, como las notables ‘Ahora piden tu cabeza’ y ‘Los tipos duros no bailan’. De tiempos no tan lejanos, caso de la vibrante ‘Lo siento, Frank’ y de traca una ración nada desestimable de temas de Los Rodríguez, con ‘Milonga del marinero y el capitán’, ‘Me estás atrapando otra vez’ y ‘Mucho mejor’, todas defendidas con una frescura difícil de ver.
Un festín por todo lo alto, de sobresaliente. Y no faltó tampoco a la cita el recuerdo emocionante al recientemente fallecido Guillermo Martín, legendario guitarrista con el que Ariel Rot compartió escenario y amistad. Como tantos otros muchos que, desde lo barrera, lo hicieron a través de sus inolvidables punteos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario