
Divertimento pasajero que se despacha en media horita siendo generosos, el reclamo de la cancha y la canasta queda relegado a un torpe segundo plano. La gracieta pasa por llamar al jugador franquicia de la selección, un ‘grizzlie’ venido a menos y con síntomas ‘antonioveguianos’, Gasoliano. El resto del plantel plateado no existe, hasta el desdibujado perfil de un entrenador de malos humos y cáscara añeja, tan distanciado de la fórmula que predica el bueno de Pepu. La firma del libro lleva impresa la terminología baloncestística aunque ni siquiera se atreva con el lanzamiento de triple frontal. El único fogonazo capaz de instalarse entre las diez mejores jugadas de la semana se encuentra en ese simpático arranque genuinamente Ibáñez –la admiración sigue intacta, errores como éste humanizan- que hace aflorar una sonrisa y enciende la bombilla del recuerdo. El resto, un esfuerzo en balde con la cancha, para disgustos de seguidores como el que firma, cerrada por imperativos mayores. Tiempo muerto, a la espera de una reacción que remonte una desventaja ganada a pulso por la falta de nuevos planteamientos ofensivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario