lunes, 4 de septiembre de 2006

'EL PRÓXIMO ORIENTE'. Amabilidad racial (***)

CRÍTICA DE CINE

Viendo el estado actual de la comedia tanto en la televisión como en el cine, queda claro que un producto como 'El próximo Oriente' es muy superior a la media en casi todas sus facetas, originalidad de la trama, dirección de actores y acabado técnico. Mérito de Fernando Colomo, que ha rellenado un hueco más de su decente trayectoria, con algún tropezón en el camino, con una película amable y que cumple con los mecanismos básicos de un género que domina, virtud de la veteranía.
Ha vuelto el cineasta madrileño a colocar la historia en su ciudad, a la que retrata con muchísimo cariño. Lavapiés es el microcosmos por el que se mueven unos personajes desubicados por las circunstancias de la vida. Por el visor de Caín, entrañable fracasado que interpreta, una revelación, el televisivo Javier Cifrián, se radiografía la realidad multiétnica que vive el barrio, centrándola en una familia hindú.
Muy benevolente y a la vez demasiado elocuente, Colomo realiza una apología de la convivencia y de la amistad interracial. Con un estilo ágil y poco solemne repasa sin perder nunca el tono cómico las costumbres del Islam a los ojos de un reconvertido por amor. Javier Cifrían es ese Caín que decide contraer matrimonio con la mujer india a la que su hermano Abel, casado y con dos hijas, ha dejado embarazada. Caín, enamorado en secreto de Aisha (Nur Al Levi), asume el papel que debería haber tomado Abel.
Lo que sucede a continuación es una serie de disparates narrados con oficio aunque superficiales para disgusto de los meticulosos. Un trabajo pulcro y con un mensaje positivo de confraternización. De esos que más que despejar dudas, por desgracia, pueden servir para acrecentarlas. Demasiado bonito para ser real.

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