CRÍTICA DE CINE
Ni el más ferviente seguidor del cine de M. Night Shyamalan puede encontrar motivos para seguir defendiendo al controvertido director después de contemplar 'La joven del agua', uno de esos esporádicos casos, por otra parte, en los que el trailer es superior a la película. Se observa en el cineasta indio unadecreciente capacidad para seguir sorprendiendo, una falta de ideas acuciante y una mayor dosis de moralina político-religiosa, peligrosamente al alza.
Hay en esta 'La joven del agua', además, dos novedades respecto al bruto de su filmografía, tan criticada como brillante y original. Por primera vezShyamalan aburre . Cae en el tedio, supeditando el posible interés del espectador a sus propias expectativas. Ocurre en el intermedio de la película, cuando Shyamalan decide convertir un cuento oriental sobre hadas y demonios en una partida de rol por la que hacer pasar esos tramposos giros en la trama que tanto le agradan. Tampoco acierta el indio con esa apuesta por el humor, apenas esbozada en el pasado, salvo ligeras brochazos de 'El Protegido'. Utiliza en este sentido el personaje del crítico para realizar terapia y pierde credibilidad con escenas y personajes que superan lo grotesco. Una decepción, la primera, para el historial siempre creativo de este hipnótico y controvertido cineasta.
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