viernes, 20 de enero de 2012

EL 'ARCIPRESTE DE HITA' BAJA EL TELÓN


El Certamen Nacional de Teatro ‘Arcipreste de Hita’ de Guadalajara se despide de los escenarios. Tras 33 años dice adiós uno de los eventos escénicos de mayor tradición del país, asfixiado por la crisis económica que golpea a la cultura y ante la ausencia de un relevo de garantías.

El texto que viene a continuación es mi pequeño homenaje al ‘Arcipreste de Hita’, por tantas noches de teatro y amistad. Es un extracto que aparece en el libro ‘Teatro en vena’, publicado en 2008, uno de los proyectos en los que he puesto más ilusión en mi vida. Lo merecía.


El año que el ‘Arcipreste de Hita’ arrancaba sus funciones, 1979, Antonio Buero Vallejo ocupaba uno de los puestos de privilegio de la dramaturgia nacional. La tierra que le vio nacer, Guadalajara, era coto prácticamente cerrado a las representaciones teatrales. La oferta alcanzaba a contentar a un público determinado, que se reía al dictado de las revistas de la época. El ‘Arcipreste’ acabó con la sequía. Promocionó el teatro que se hacía en el resto de España, lo enseñó a los alcarreños y al mismo tiempo cubrió el hastío de los meses estivales. Las tres décadas del ‘Arcipreste’ son, por lo tanto, un manual para comprender la evolución cultural de Guadalajara, con sus cumbres heladas y sus pronunciados descensos a la caza de la obra perfecta.


Los fundadores del ‘Arcipreste’ fueron los primeros en reivindicar la necesidad de contar con un auditorio de garantías. De la Agrupación Teatral Alcarreña surgió el debate y el clamor popular que apoyó la construcción de un teatro público debidamente acondicionado. Perseveraron a pesar de la falta de respuesta política, creando el caldo de cultivo que puso en marcha ya con el cambio de milenio la construcción del Teatro Buero Vallejo. Pioneros en la provincia a la hora de reclamar el mecenazgo de las instituciones políticas para una actividad cultural, esquivaron la obligación de posicionarse bajo unas siglas y blandieron el escudo de una independencia que todavía defienden. Finiquitaron el vacío cultural de los meses estivales ochenteros de Guadalajara. Aguantaron años de sequía en las butacas, discursos institucionales en voz baja y unas arcas asediadas por las telarañas. Resistieron murmullos de cóctel, abandonos sin explicación, no contar con una sede aseada y hasta la acidez estomacal de la climatología. Las malas noticias, lejos de deprimir, fortalecieron al Certamen, implantado en una región, Castilla-La Mancha, desafortunada para casi todo.

Este 2008 el ‘Arcipreste de Hita’ alcanza las treinta entregas. Ha decidido mirar atrás y reflexionar sobre lo que vislumbra en los alrededores. El futuro es para los que se niegan a vivir el presente. El ‘Arcipreste’ hace cuentas desde la atalaya, lejos de idealizar lo vivido. La historia de un grupo de colegas que ha ido forjando desde el cariño un evento cultural diferente, que no se ha dejado corromper y que ha sabido conservar el olor suave de lo ancestral.