El mundo está hecho al revés. Amigo de muchos, aunque nunca lo supiera (J). Fiel compañero de tantas noches en vela. Silencioso cómplice de conversaciones sordas a dos bandas. Perpetuo sufridor insufrible apresado dentro de un puzzle en el que no encajaba. Copiloto de tantos viajes a la búsqueda de un pellizco de felicidad. Magia y cenizas en el aire repartidas a partes iguales. 3.000 noches mecidas por el oleaje de una sensibilidad oceánica.
Todo lo que se pueda escribir y leer ya de Antonio Vega sabrá a poco, incapaz de definir a una personalidad complejísima ni de explicar el origen del mayor talento peor cuidado de la música española. Lejos del tumulto y las reconstrucciones biográficas quedarán para siempre sus canciones, el mejor legado de un artista único.
“Llevaba toda la vida muriéndose y nadie le creía”. Mejor expresado imposible. Hasta ahora. Un grande. El círculo se ha cerrado. ‘Desordenada habitación’ ya puede sonar en armonía.