sábado, 26 de mayo de 2007

'SAMSARA'. Cautivo de lo oriental

CRÍTICA DE DANZA

'Samsara'
Compañía: Ballet Víctor Ullate de la Comunidad de Madrid
Dirección general: Víctor Ullate
Dirección artística: Eduardo Lao
Escenario: Teatro Buero Vallejo (Guadalajara). 26 de mayo de 2007

Ya hay un nuevo héroe en Guadalajara. Es Víctor Ullate, historia viva de la danza española, por segundo año consecutivo de paso por la capital alcarreña. Su despedida final a lo oriental, palmas unidas y ligera torsión, consiguió poner en pie a la mayor parte del auditorio, lo que dignifica el tono divulgativo de 'Samsara'. Todavía se degustaba entre el patio de butacas lo visto, un ejercicio coral de máxima eficacia, tanto en el plano visual como en el simbólico. 'Samsara' combina ambas cuestiones a la perfección, sin que apenas se note la desconexión o simplemente el toque estrictamente personal del autor que se palpa en algunas de las dos decenas de piezas que vertebran el montaje.
Lo último de Víctor Ullate, nuevamente acompañado por su escudero Eduardo Lao en labores de dirección, es un trabajo concebido desde la experiencia. La suya, única e intransferible. Mece sus obsesiones, las políticas y las sociales, al compás de los ritmos orientales, tan benevolentes siempre con los juegos corporales. 'Samsara' está emparentado, en ese sentido, con uno de esos rituales tántricos de larga duración. La explosión orgásmica se demora. Tarda en aparecer. En instantes puntuales, entre las piezas de una concepción más demoledora y crítica, amenaza con estallar, sin llegar a hacerlo. Sí irrumpe en ese espiritual epílogo de aires budistas que escribe el mensaje que quiere transmitir Ullate al espectador: flores blancas y silencio, un mundo de paz, equilibrio y sencillez.
A ese ritmo tántrico, las dos horas de danza clásica y contemporánea de 'Samsara' transcurren con fluidez, conducidas por la expresividad del talento de Ana Noya y Luca Vetere, que repiten el excelso papel que ya bordaran en 'El Sur'. Toca muchísimas cuestiones este espectáculo en el que Ullate se declara cautivo de lo oriental. No todo es positivo en una cultura en la que todavía hay resquicios en los que se reprime la homosexualidad, se desprecia y esconde a la mujer y se batalla con ardor por causas injustificables.
En contraposición, 'Samsara' lanza multitud de lemas budistas apelando a la esencia más pura del ser humano, su yo interior. Un trabajo personalísimo y obsesivo por parte del autor, que, a juzgar por la reacción del público, supo ser captado por el auditorio pese a la infinidad de recovecos que guardaba. El riesgo era quedarse con lo visual, cuando 'Samsara' no puede ser comprendido sin conocer la resonancia metafórica buscada por Víctor Ullate, que se ha hecho con un público en Guadalajara, que no es fácil.

viernes, 18 de mayo de 2007

'EL MÉTODO GRÖNHOLM'. En la oficina

CRÍTICA DE TEATRO

'El método Grönholm'
Autor: Jordi Galcerán
Dirección: Tazmin Townsend
Reparto: Carlos Hipólito, María Pujalte, Jorge Roelas, Eleazar Ortiz
Escenario: Teatro Buero Vallejo (Guadalajara). 17 de mayo de 2007

Tres temporadas abarrotando el Teatro Marquina de Madrid. Haciendo pleno los siete días de la semana. Reposiciones en los teatros de medio mundo. Un fenómeno internacional, asentado en carteleras de quince países. Y tres repartos funcionando al mismo tiempo en España, uno en Madrid, otro en Barcelona y el de la gira. El texto de Jordi Galcerán, un tobogán de emociones, un drama con aires cómicos y no al revés, no necesita presentación llegados a este punto. Es un montaje exprimido hasta el máximo, camino del agotamiento. No puede ser de otra manera cuando alguno de los protagonistas, caso de Carlos Hipólito o Jorge Roelas, superan las 700 representaciones. Sólo un ejercicio de autoconvencimiento individual es capaz de superar el hastío o hartazgo extrapolable a una situación de estas características, inaudita por otra parte.
Uno de las últimos suspiros exhalados por el reparto que recolectó millares de aplausos en Madrid (sólo falta Cristina Marcos, suplida por la errática María Pujalte) se propagó anoche en Guadalajara. El Buero se llenó de un público poco habituado al teatro. Ahí están esas salvas de aplausos a destiempo, perfectas para romper el ritmo de la obra y para desconcentrar al más frío de los actores. En este sentido, el texto de Galcerán, de un ingenio prodigioso aunque minimizado por los excesivos giros argumentales, brillantes la mayoría, alguno forzado, sacia las ansias de todos los públicos.
Hará las delicias de los cinematográficos, con ese ritmo vertiginoso de réplicas y contrarréplica y esa escenografía tan asfixiante como sofisticada. Mantiene el suspense, con esos giros anteriormente mencionados, aunque roza el abuso. Los poco habituales se quedarán con esa carga cómica que funciona más allá de lo latente. Explota en diferentes fases de la obra. Jorge Roelas enciende la mecha de las carcajadas y los aplausos. Es el bufón, el simpático, no lo tiene difícil. Carlos Hipólito, caballero de las tablas, articula con precisión el papel más complejo. Su interpretación de un personaje frío y calculador, máxima expresión del cinismo, soporta el peso interpretativo de la función. Cabe la duda de comprobar cómo funcionaría ese mismo papel, que parece configurado a su medida, con otro actor.
Y luego están los que miran más allá. En ese aspecto, 'El Método Grönholm' es una obra muchísimo más dura de lo que aparenta. Reciben todos, no sólo lo laboral. Desde la Iglesia hasta la fiesta taurina, uno de los muchos apuntes catalanes que subyacen en el texto. La dignidad se esconde en las alcantarillas de esos edificios de diez plantas, proclama lo visto en las tablas. Aunque tampoco hacía falta que subiese tanto. Más abajo las puñaladas pueden causar más dolor.
Vista la obra, no hay sitio para la polémica con la película de Marcelo Piñeyro. Hablan en distinto lenguaje de un mismo tema. En la versión escénica, la original, se eleva poderoso el magnetismo del texto de Galcerán, por mucha comicidad, excesiva a ratos, que lance. No es determinante. Aquí brilla la combinación de comercialidad, disfrute e inteligencia. Una demostración de que todos esos factores se pueden reunir en una obra de teatro.

miércoles, 16 de mayo de 2007

'LA VIDA DE LOS OTROS'. En el punto exacto (***)

CRÍTICA DE CINE

Hay un punto en el que el ser humano, nutrido de la suficiente experiencia, puede descubrir que transita por el camino equivocado. Percibir que hasta ese trallazo de lucidez todo ha sido una equivocación. Que ha fallado a sus verdaderos principios. ¿Hasta dónde somos conscientes de la actitud que mantenemos ante lo que nos rodea? ¿Hay tiempo para volver atrás? ¿Pueden girar radicalmente los valores de las personas?
'La vida de los otros' es un elaboradísimo trabajo de investigación que funciona alrededor de esos interrogantes. Eso en su componente más profundo. Por fuera es una conmovedora historia de redención, dura y áspera y que al mismo tiempo transmite oleadas de verosimilitud a la hora de dibujar el paisaje de la República Democrática de Alemania, la anterior y la posterior al Muro de Berlín. Y por si fuera poco, 'La vida de los otros' regala uno de esos personajes destinados a quedarse para siempre en el memoria del cinéfilo, el increíblemente interpretado por Ulrich Mühe, la dualidad del ser humano, el bien y el mal en una mirada, en un gesto.
Florian Henckel-Donnersmarck va edificando la película con extrema lentitud, en un 'in crescendo' que supera lo metafórico en ese epílogo que roza la perfección absoluta. Esa tensión inteligentemente dosificada se percibe a través de gestos vacíos, de lo que no se dice. Es 'La vida de los otros' una película contenida y nada explícita, llena de largos silencios, oscura y fría. Con alguna trampa en la que conviene no reparar en virtud de la veracidad del conjunto y con una carga ideológica latente desde el mismo arranque de la proyección, que visto desde otro prisma, pudiera pecar de frialdad y de cierto academicismo, el mismo que lastrara a 'El hundimiento' (2004).Largometraje doloroso y punzante en lo psicológico, retrata la asfixia que salpicó a la Alemania comunista en los 80. Tiempos duros para la sociedad civil, que aquí el director fija en la figura de un prestigioso dramaturgo y literato y su pareja, una actriz venida a menos desde la irrupción del régimen. Es ese personaje el vértice del triángulo moral que completa un incorruptible agente de la Stasi. La trama va subiendo en intensidad conforme se van desvelando detalles de la personalidad de cada uno de los protagonistas, desprovistos de superficialidad o de un perfil maniqueísta, un logro para el director y guionista.
El resultado es una película perfecta para reflexiones de profundo calado que afectan a las decisiones que van configurando la vida de las personas y su correción moral o la inexistencia de ésta. Henckel-Donnersmarck podía haber caído en la trampa de la ambición y hasta de la manipulación, especialmente al final. Pero la pericia de este debutante al que habrá que seguir ha dado con un relato potente y ya imprescindible.

domingo, 6 de mayo de 2007

'BUUU!'. Toda una garantía

CRÍTICA DE TEATRO

Buuu!
Autor: Yllana
Dirección: David Ottone
Reparto: Janfri Dorado, Rubén Hernández, Raquel Pérez
Producción: Yllana
Escenario: Teatro Salón Cervantes (Alcalá de Henares). 5 de mayo de 2007

Yllana posee la preciada fórmula. No es un objetivo asequible, y si no apunten el número de compañías teatrales de nivel que se dedican exclusivamente a la comedia, una cifra ridícula. Yllana está en lo más alto de la escalera. Cada producción que saca se salda con resultados satisfactorios, con unos espectáculos fácilmente reconocibles, que llegan a todos los públicos y con unas características y líneas de trabajo efectivas.
'Buuu!', hay que decirlo, no es el mejor montaje de su última oleada. La insistencia en el gag escatológico y la dispersión que se vive en un determinado sector de la trama disminuyen el efecto revitalizador que sí tuvo, en su momento, la memorable 'Olimplaff'. Lo que se cita nuevamente sobre las tablas es un trabajo interpretativo humorístico de primer nivel. Hasta en las salidas de tono, el trío actoral, liderado por Janfri Dorado, mantiene el tipo. Hay chispa sobre las tablas, lo que se contagia a un patio de butacas que asiste totalmente receptivo a los guiños del montaje, que exigen a momentos una complicidad elevada. No hay tanto afán por la gestualidad como por conectar con el público en este 'Buuu!', lo que tampoco es un defecto vista la reacción del espectador.
Los tres intérpretes tejen sin demasiadas complicaciones un universo fantasmagórico en el que conviven los clichés más comunes asignados al terror. Las raíces están ese celuloide impulsado por la Hammer. No falta Drácula, una jorobada con tendencia al eructo de larga duración ni Frankenstein. Tampoco ese esqueleto parlanchín tan cercano al maestro de ceremonias de 'La novia cadáver' de Tim Burton. En base a personajes tan cinematográficos, Yllana erige una dramaturgia débil aunque siempre divertida. Y con una sorpresa. La obra no sólo se nutre de un terror cómico y a ratos algo soez. Se incorpora la magia al grueso de virtudes demostradas hasta la fecha por la compañía. De la mano de Janfri Dorado, en 'Buuu!' se pueden contemplar acrobacias visuales de gran nivel que culminan en un número final que en poco debe envidiar al de los grandes profesionales de la materia. Pequeños y mayores, con la boca abierta.
Del resto, los momentos destinados a perdurar más tiempo en la memoria llegan tras la irrupción de Frankenstein, una figura propicia para pasar por el dispositivo creativo de Yllana. Una noche de más risas que miedo la que ofrece esta compañía, toda una garantía de máximo nivel para pasar un buen rato en un teatro.

sábado, 5 de mayo de 2007

'TOC TOQUE'. Cacharros animados

CRÍTICA DE TEATRO

'TOC TOQUE'
Compañía: Compagnie du Petit Monde
Reparto: José Pedrosa, Jean Christophe Lucon
Escenario: Corral de Comedias (Alcalá de Henares). 4 de mayo de 2007

Utilizar utensilios de cocina para crear sonidos musicales no supone una novedad en el panorama escénico. Cafeteras, cacerolas, tenedores, sartenes, boles y cucharones cobran vida en multitud de espectáculos pensados para arrancar las sonrisas de los más pequeños y lograr un objetivo nada sencillo: despertar entre los jóvenes la afición por el teatro.
La agrupación francesa Compagnie du Petit Monde apuesta por fundir teatro y música en una representación acertadamente breve, idónea para mantener atentos a niños no acostumbrados a permanecer inmóviles en el patio de butacas. Su 'Toc Toque', manipulado por José Pedrosa y Jean Christophe Lucon, convierte una modesta cocina en centro de los focos. Un sinfín de cacharros animados pasean por un escenario salpicado de notas metálicas.
La originalidad no es una de las características del espectáculo que pudo verse en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares. La falta de desarrollo argumental y el empleo de recursos sonoros hacen de la propuesta una opción sencilla, pero ejecutada con una técnica impecable. A medida que avanza la representación, el espectáculo va ganando en intensidad hasta desembocar en un final cuidado, calmado y atractivo. Sólo en determinados momentos la escenificación puede resultar repetitiva, especialmente para el espectador adulto.
'Toc Toque' ofrece una entrañable pincelada de teatro de objetos, una disciplina que ofrece infinitas posibilidades escénicas y que ha sido escasamente explotada por las compañías nacionales. Una opción agradable para el público familiar.